I DOMINGO DE ADVIENTO (A)
“ESTEN EN VELA PARA ESTAR PREPARADOS” Lima 30/11/25
Inauguramos un tiempo que nos pone en sintonía de caminantes de peregrinos, pero eso sí peregrinos de esperanza, no errantes sin saber a dónde vamos a ir, sin saber qué estamos esperando.En realidad, es que somos caminantes, estamos en camino hacia la casa del Señor, por eso la Iglesia cada año nos regala un tiempo que es una oportunidad para hacer un alto en el camino; un alto para pensar, reflexionar y no perder la esperanza; para darnos cuenta de que siempre tenemos que estar vigilantes, despiertos, es decir, estar preparados para la venida del Señor.
El tiempo de adviento es un tiempo de no perder esa esperanza en nuestro Dios, a pesar de todos los problemas que podemos ir experimentando a lo largo de este caminar, no podemos perder la visión que es la meta definitiva, la casa del Señor. Por este camino se nos pueden presentar muchos obstáculos que no nos van a permitir seguir adelante, personas que nos van a desanimar, situaciones sociales que nos van hacer perder las esperanzas en Dios; tú y yo somos testigos de tantas personas que han perdido su esperanza porque se sienten solas, explotadas y marginadas de la sociedad, es más, nuestra mente está embotada por la rutina, la dispersión, el cansancio, el vacío.
Debemos levantar la cabeza para poder observar la liberación que se nos ofrece; que nosotros vivamos este adviento siendo personas de esperanza, que ayudemos a muchas personas a recuperar esa esperanza en Dios Padre, en realidad tenemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia o el olvido de los pobres.
Este tiempo de adviento es único, el pasado ya fue, el futuro no sabemos y presente lo tenemos que vivir con máxima intensidad, es por eso que este tiempo es una oportunidad de hacer ese alto en el camino para ver cómo está nuestra vigilancia a la llegada del Mesías, del Salvador. Esta vigilancia encuentra un simbolismo en el camino de la luz, que aparece tanto en la primera lectura como en la segunda, si realmente estamos preparados para la llegada del Salvador, porque se nos puede olvidar que la llegada de Jesús va a tardar mucho, aquí no estamos hablando del tiempo cronológico, si es mañana, pasado mañana, el próximo mes, el próximo año, hablamos del tiempo de Dios, que no sabemos el día ni la hora, no podemos quedarnos dormidos esperando que llegue, nuestra vigilancia tiene que ser atenta. Realmente tenemos que espabilar y conducirnos como en pleno día, con dignidad.
Debemos despojarnos de las obras de las tinieblas: comilonas, borracheras, lujuria, desenfreno, pendencias, riñas, a eso nos anima san Pablo hoy, a dejar las cosas de las tinieblas y caminar hacia la luz; que no nos quedemos dormidos, porque el que duerme no se entera de lo que pasa a su alrededor, y el Señor puede pasar y no se entera de los pasos del Señor por su vida, además nuestro estar vigilantes nos ayuda a estar atentos a las necesidades de los demás, porque vigilar es estar atentos a la realidad, escuchar los gemidos de los que sufren. Sentir el amor de Dios a la vida.En definitiva, Vivir más atentos a su venida a nuestra vida, a nuestra sociedad y a la tierra. Sin esta sensibilidad, no es posible caminar tras los pasos de Jesús.
Que arranquemos con buen pie este tiempo de adviento, porque este tiempo no es una repetición de jugada; no es hacer ni celebrar otra vez lo mismo: es dar una nueva oportunidad a la esperanza para que, de lleno, entre en la vida de las personas, en aquellos que buscan y que, mirando hacia el horizonte saben que Dios es lo máximo que pueden esperar y encontrar. El Adviento es un tiempo apropiado para reaccionar. No hemos de mirar a otros. Cada uno hemos de quitarnos de encima la indiferencia, la rutina y la pasividad que nos hace vivir dormidos.



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