DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo B)

 

«SI QUIERES, PUEDES LIMPIARME».

“Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (1 Cor 11,1).

Monteagudo 14 de febrero de 2021

S

eguimos avanzando en este tiempo ordinario, donde continuamos contemplando a Jesús en su vida diaria, qué es lo que va haciendo con ella, cómo se va relacionando con los demás, y cómo los demás se relacionan con Él. 

Hoy nos presenta la figura de un leproso, que en la primera lectura nos narra su situación, eran personas que vivían marginadas, no se podían acercar a nadie, y tenían que manifestar que estaban impuros; hoy no se habla de la lepra, pero estamos viviendo un momento semejante a ese, como es el caso del Covid, muchas personas hemos estado sin contacto con otras personas para evitar el contagio, hemos estado como en un estado marginal, y si damos positivo en la PCR también nos tenemos que distanciar y confinar para evitar contagiar a otros, en realidad, diferencias hay pocas.


            Ante esta pandemia, ¿Qué actitud podemos tomar nosotros?, para mí la mejor actitud que debemos tomar es la del leproso, seguro que muchos hermanos al contagiarse acudieron a Dios y le dijeron, quiero que me cures, o simplemente que sea lo que tú quieras, seguro han respondido de diversas maneras.

             Hoy podemos responder como nos enseña el leproso: primero humildad, segundo acércanos a Jesús y tercero anunciar las maravillas que el Señor ha hecho con nosotros.

            Ante cualquier situación o dificultad, somos personas que necesitamos siempre de Dios, así que nos toca ser siempre mendigos de Dios, nos toca acudir al Dios de la vida, al Dios de la salud, y para poder acudir a Él simplemente debemos tener una pizca de humildad, este hombre se arrodilla ante la presencia de Jesús, es un gesto de humillación, pero también es un gesto de sentirse necesitado de Dios y que sin Dios no se puede hacer nada, además no va con arrogancia, va con sencillez y lo único que le dice: "si quieres" puedes limpiarme, no se lo exige, solo se lo sugiere.

            El acercamiento. Este hombre rompe con todos los protocolos, un leproso no debería acercarse a nadie, sin embargo, este hombre toma la iniciativa y se acerca a Jesús, para que pueda curarlo, quiere tener un encuentro personal con el Dios vivo, con el único que lo puede salvar de esta pandemia, el único que le puede devolver la dignidad de persona, todo esto es gracias a la fe, porque si no tuviera fe, no hubiese sido capaz de llegar hasta Jesús. Que nosotros no perdamos la fe ante esta situación que estamos viviendo y acudamos con toda confianza al médico de nuestra vida, Jesús.


            Finalmente, no podemos olvidar el detalle que ha tenido este hombre de proclamar a voz en grito para anunciar las maravillas que había hecho Dios con él, a pesar que Jesús le había prohibido que lo dijera, sólo que fuera a cumplir el rito cultual después de la sanación, pero este hombre no puede callar algo que se ve a simple vista, una liberación, una sanación. Este leproso quiere ser anunciador de esa buena noticia de salvación, que Dios ha venido para darnos vida, dignidad y salvación, una noticia como esta no se puede callar, el Señor ha hecho grandes maravillas en mí, como María, igualmente el poderoso ha hecho obras grandes por mí, esa noticia, nunca la podemos guardar para nosotros, tenemos que ser testigos de la salvación de Dios, porque lo hemos experimentado después de ese encuentro personal con Dios.

         


   Que sigamos ese ejemplo del leproso y que hagamos realidad esas palabras de san Pablo en la segunda lectura: “seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo”. Porque si le preguntamos al leproso qué podemos hacer nosotros después de experimentar el amor de Dios en nuestra vida, te dirá sigue mi ejemplo, proclama las maravillas del Señor…. Porque el poderoso ha hecho grandes obras en nosotros, pero todavía no nos hemos enterado.

Que en realidad salgamos del confinamiento, del encierro de nosotros mismos y vayamos a contagiar a los demás, no de la lepra, no del Coravirus, sino del amor de Dios que ha sido derramado en nosotros. 

 

 

 

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