DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 


“El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor”

Monteagudo, 17 de octubre de 2021


Hoy quiero resumir las tres lecturas en tres S, ya que vemos en la primera lectura la figura del Siervo de Dios, en la segunda lectura la figura del sumo sacerdote y en el evangelio, quién es el más importante para Dios, el servidor de todos.

SIERVO DE DIOS: en la primera lectura se nos presenta esa figura del Siervo sufriente, pero no se trata de un sufrir por sufrir, sino un sufrir que tiene que ver con la redención o mejor dicho de la salvación, es decir, el sufrimiento de este siervo tiene sentido salvífico, no se sufre por sufrir o por masoquista, sino que tiene su sentido pedagógico.

Si este siervo que nos habla el Antiguo Testamento, lo actualizamos con la figura de Jesús, el mismo Jesús vivió y sufrió para nuestra salvación, Jesús vivió en su propia carne el sufrimiento que nos presenta la primera lectura hoy, ya que Jesucristo fue “triturado por el sufrimiento” y “entregó su vida como expiación”, tal como aparece en la institución de la Eucaristía: “Tomad, esto es mi cuerpo… esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos” (Mc 14,22-23). 

SUMO SACERDOTE: otra figura que nos presenta la liturgia de la palabra hoy,   tiene que ver igualmente con la persona de Jesús, pero de una forma nueva y con otro sentido, ya que en el interior de la carta de esta segunda lectura nos deja ver cuál es esa gran diferencia: Jesucristo “no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque (Jesucristo) lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo” (Hb 7,278). Entre el sacerdocio de Jesús con el antiguo sacerdocio hay continuidad, pero también hay discontinuidad o, mejor dicho, actualización: en cuanto a la continuidad se sigue usando la terminología de sumo sacerdote, y con lo atañe a la discontinuidad, está que Jesús es el único y sumo sacerdote, que no necesita ofrecerse por sus propios pecados, sino que su ofrecimiento es para los demás, no para sí mismo.


Es así que hablamos de un “sacerdocio nuevo”, referido a Jesucristo, y de una “alianza nueva”, sellada con la sangre de Jesucristo, y de un “templo nuevo”, en el que Jesucristo ha sido constituido “medio de propiciación, mediante la fe en su sangre, para mostrar su justicia pasando por alto los pecados del pasado... a fin de manifestar que era justo y que justifica al que tiene fe en Jesús” (cf. Hb 3,25-26).

SERVIDOR DE TODOS: finalmente, el evangelio nos presenta la figura del servidor, la persona que quiere ser grande, que sea el servidor de todos, ahí está la clave de nuestra vida cristiana.  Si queremos ser grandes y estar en los primeros puestos, es necesario que nos abajemos y sirvamos a los hermanos, de manera especial a los que más sufren, nos encanta a los cristianos obtener los primeros puestos, de figurar, de buscarnos a nosotros mismos, pero la lógica del maestro es ponernos al servicio, rebajarnos como siervo como esclavos y ponernos al servicio de los demás.

El sentido del ser sacerdote, no tiene que ver con estatus social, ni con grupo de elite, de perfectos, de los preferidos por Dios, sino que tiene que ver con la lógica del servicio, en el cual nos toca lavarnos los pies unos a los otros. Este estilo de vida no conoce más camino que el servicio a las demás personas, el único camino, sencillamente porque es el que ha recorrido Jesucristo como siervo y como sumo sacerdote.

Así que hermanos debemos de tomarnos muy en serio las palabras del Señor, porque son la clave de lectura de la enseñanza que propone a todos sus discípulos.  Es una bonita idea que nos plantea el maestro, pero no consiste en decir, que lindas palabras, sino que tenemos que implicarnos como se ha implicado el mismo Jesús: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10,45).

 

Comentarios

  1. Señor enséñame a servir como tú quieres🙏🏽❤️
    Gracias.Dios te bendiga
    Un abrazo Wilmer

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