Solemnidad de la Santísima Trinidad
SANTÍSIMA
TRINIDAD: CREADOR, SALVADOR Y DEFENSOR
"La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros"
Monteagudo 12/06/22
Comenzaremos esta reflexión con unas
preguntas que encontramos en el Antiguo Testamento: ¿Qué otra nación hay tan
grande como la nuestra? ¿Qué nación tiene dioses tan cerca de ella como lo está
de nosotros el Señor nuestro Dios cada vez que lo invocamos? (Dt 4,7).
Nuestro Dios está cerca y nos pide
siempre que estemos cerca unos de los otros. Así es nuestro Dios, es un Dios
que siempre camina con nosotros, que siempre nos va creando, nos va salvando y
nos va defendiendo.
Es tanta su cercanía con nosotros, que al inicio de la creación nos hizo a su imagen y semejanza, para que estemos con Él, para que podamos caminar con Él, para que cooperemos con Él. Pero, nuestra tentación o nuestro error es alejarnos de Él, nos escondemos de Él, entonces dejamos de ser cocreadores con Dios, porque si lo sacamos de nuestras vidas, si nos alejamos de Él, comienzan los problemas entre los hermanos, ahí tenemos el conflicto de Caín y Abel, además comenzamos a actuar al margen de Dios, y ya olvidamos el amor originario que Dios nos tiene a cada uno de nosotros.
Nuestra imagen de Hijo se va
empañando gracias a la actitud de cada uno de nosotros los humanos, porque
hemos querido usurpar el rol de Dios, o hemos querido hacernos un Dios a
nuestra imagen y semejanza, que coincida con mi proyecto, con mi capricho, por
eso rechazamos esa cercanía de Dios Creador, porque pareciera que Dios es un
obstáculo para mi vida.
Este Dios creador que quiere sí o sí
salvarnos o devolvernos la dignidad, nos regala a su Hijo que también es Dios,
para que nos salve, como dice el Papa Francisco: “Cuando viene a nosotros, a habitar con nosotros, se hace hombre, uno de
nosotros: se hace débil y lleva la debilidad hasta la muerte y la muerte más
cruel, la muerte de los asesinos, la muerte de los más grandes pecadores. La
proximidad humilla a Dios. Se humilla para estar con nosotros, para caminar con
nosotros, para ayudarnos”, para salvarnos, porque su único plan es que
todos nos salvemos y lleguemos al conocimiento de la verdad.
Nuestro Dios se hace tan cercano, que Él mismo se abaja por medio de la encarnación de su Hijo, se hace como nosotros, menos en el pecado. Este Dios escandaliza, este Dios se humilla, se humaniza, con la sola intención de amarnos y salvarnos, este Dios es capaz de esta locura, tanto la cercanía y la muerte horrorosa en la Cruz. Realmente este Dios es un escándalo para los que no creen en Él, que viene solo para salvarnos por medio de su Hijo, para que seamos hermanos entre nosotros y, además, hijos en el Hijo.
Nuestra vida siempre está en
tensión, en si creer o no creer en este Dios tan humano, tan tangible para con
nosotros. A veces queremos vivir al margen de este Dios y perdemos nuestra
imagen y semejanza de Él, pero para eso está Jesús, para enseñarnos cómo
debemos de vivir, cómo debemos de actuar, para que podamos recuperar esa imagen
empañada por el pecado, así que, gracias a Dios salvador por medio de su Hijo,
podemos recuperar esa dignidad de hijos.
Esta obra de salvación no acabó en
la Cruz ni en la resurrección del Señor, sino que, siguió y se sigue
manifestado hoy por nosotros los
hombres, y con un gran cómplice, que es el Dios Espíritu Santo, el defensor,
que nos guía y nos ilumina para llevar a cabo esta obra de salvación.
Ese Espíritu paráclito, el consolador, promesa divina de Jesús en compañía del Padre, es quien nos va guiando e iluminando hoy a nosotros los hombres de buena voluntad para seguir la obra salvífica del Padre. Es regalo del Hijo que nos da para que sea él, el defensor y abogado de nosotros y de la obra de Dios, lo podemos corroborar con san Juan: “…cuando el Padre envíe al Abogado Defensor como mi representante —es decir, al Espíritu Santo—, él les enseñará todo y les recordará cada cosa que les he dicho.
Antes de marcharse al Padre, Jesús
anuncia la venida del Espíritu Santo, Espíritu de la verdad, que “procede del
Padre” (Jn 15, 26) y que será enviado por el Padre a los Apóstoles y a
nosotros, que somos el nuevo pueblo de Dios. A lo largo del peregrinar del
pueblo de Dios, nos hemos dado cuenta de esa presencia del Espíritu como
defensor, porque la Iglesia a lo largo de su existencia ha sufrido mucha
persecución y dificultades, y ahí ha estado el Espíritu defendiendo e
iluminando al pueblo de Dios, para que se mantenga viva la obra del Padre.
Quiero finalizar
con una frase de un salmo, que nos ayuda a ver a nuestro Dios como creador,
salvador y defensor: “Sólo Dios me da
tranquilidad; sólo él me da confianza. Sólo él me da su protección, sólo él
puede salvarme; ¡jamás seré derrotado! Dios es mi salvador; Dios es mi motivo
de orgullo; me protege y me llena de fuerza. ¡Dios es mi refugio y mi
defensor!” (Sal 62, 5- 7)
Que Dios creador, salvador y defensor, sea nuestro refugio y nuestra
fuerza en estos momentos tan difíciles y tan duros que vamos viviendo en
nuestra historia.
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