El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.

Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él En el comienzo del libro de Job nos lo presenta como un hombre justo y bueno, cumplidor de la Ley en toda su amplitud. Un día en que los ángeles se presentaban a Dios, entre ellos estaba Satanás, que venía de dar vueltas por la tierra y el Señor le inquiere si se había fijado en Job, ya que hay pocos en la tierra tan honrados como él. El diablo porfía a Dios a que, ya que Job ha sido protegido por Dios en todas sus cosas, si le aconteciera la fatalidad, seguro que maldeciría al Señor, y éste le responde “haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques”. El diablo arrojó sobre Job toda serie de males a sus posesiones, robándole sus ganados de bueyes y camellos, un rayo arrolló y quemó a sus ovejas y pastores, e incluso un huracán derribó la casa donde se encontraban los hijos e hijas de Job matándolos. Ante las desgracias acaecidas Job no se sumió en la desesperación, sí que lo invadió la tristez...