DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)
“Sed misericordiosos como
vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 37)
Monteagudo, 20 de febrero de 2022
En este domingo podríamos centrar la lectura en el amor, pero un amor que va a todos, de un modo especial a los enemigos, algo que realmente nos cuesta.
En la primera lectura
podríamos decir que, tenemos un prototipo de amor al enemigo, David ha tenido
la oportunidad de quitarse de en medio a Saúl, la relación de estos dos
personajes ha sido muy conflictiva, David ha tenido la oportunidad de coger las
armas, acabar con él, pero gracias a ese temor a Dios a respetado la vida del
rey.
Podríamos decir que hoy
por falta de ese temor a Dios, la vida del otro no nos importa, por eso vivimos
en un tiempo de guerra fraccionada, en trozos, como dice el papa Francisco,
actualmente estamos en un momento de tensión porque puede estallar una tercera
guerra: ¿esto es culpa de quién? ¿de Dios, o de nosotros mismos? Por falta de
ese mismo temor de Dios es que estamos divididos y queremos coger las amas para
acabar con nuestros enemigos, ¿y dónde queda la fraternidad?, ¿dónde queda el
amor de Dios al hermano?
En la segunda lectura, san Pablo, nos destaca que, hay dos realidades que son propias del hombre y realmente no podemos cambiar: una parte es carne y la otra es espíritu. Podemos decir que no existe un hombre puramente santo o puramente pecador, están esas dos realidades, y es tarea de cada uno de nosotros a ser esa misma imagen de Dios con su bondad y su amor con los hombres, la medida es Cristo, es Jesús que nos pone el listón más alto hasta dónde debemos llegar como hijos de Dios. Que podamos ser uno como el Padre Dios es uno, esa es la medida, que podamos ser otros cristos, que seamos capaces de ser totalmente santos, como nuestro Padre es Santo.
Y el evangelio nos marca,
Jesús nos dice o nos concreta cómo debemos de actuar realmente con todos, no
con los que nos aman nada más, sino con los enemigos. Jesús mismo nos dice al final de su muerte:
“Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, en este momento está acabando
con su vida, el no toma las armas, sino que su única arma es el amor, porque
sabe que esos hombres son hijos de Dios, y que son también sus hermanos.
Hermanos, estamos en un tiempo de tensión, no sabemos si nos viene una tercera guerra, a nosotros como creyentes estas cosas nos tienen que hacer pensar, porqué tanta tensión y conflictos entre nosotros. Que tampoco perdamos esta perspectiva de creyentes, para que vivamos bajo ese temor a Dios, para que nos podamos amar de verdad como hermanos, no como enemigos, al vernos como enemigos es que no estamos viendo al otro como hijo de Dios, y eso es lo que nos lleva a vernos como enemigos, extraños, y en vez de amarnos unos a otros, lo que hacemos es odiarnos unos a otros.
Quiero concluir esta
reflexión con algunas palabras del Papa Francisco: «… me duele tanto
comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas
consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias,
difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de
cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de
brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos? (Evangelii
Gaudium 100)
Gracias.
ResponderEliminarAmar a todos....la clave...
Dios te bendiga
Un abrazo fuerte querido Wilmer
Gracias mi apreciado amigo Wilmer Moyetones. Bendiciones infinitas 🙏😇. Y sí, hay mucho odio derivado de la envidia y el egoísmo . Y no sabemos como hacer para que esto acabe. Sólo Dios puede hacerlo.
ResponderEliminarTriste realidad en nuestras sociedades. Un saludo.
ResponderEliminar