DOMINGO VI DE PASCUA (Ciclo C)
“Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables (Hch 15, 1-2.”
Monteagudo 22/05/2022
Seguimos dando pasos en este caminar pascual, un tiempo que nos va mostrando cómo realmente iba creciendo e iba aclarando la doctrina o el estilo de vida cristiana que hay que vivir.
La Iglesia en este momento se
encuentra en un tiempo de reflexión sobre la sinodalidad, y esta primera
lectura ya nos muestra cómo se puede vivir esa sinodalidad: donde los hermanos,
los lideres de dichas comunidades cristianas daban participación a los demás
hermanos, ellos se iban dejando guiar por la fuerza del Espíritu. No tomaban
decisiones solos, sino que se dejaban guiar por la fuerza del Espíritu que les
recordaba como debían de vivir y actuar como creyentes.
Hoy tenemos un gran desafío como comunidad eclesial, dejarnos guiar por la fuerza del Espíritu Santo, para que sea él que nos dé esa apertura y esa fuerza para tomar las decisiones a las que debe responder el hombre de hoy. Muchas veces podemos dejar a un lado el Espíritu de Dios, sin confiar en esa gran promesa que nos dejó Jesús, por eso les dijo a sus discípulos, "conviene que me vaya, para poderles enviar al Espíritu Santo, quien se va a encargar de enseñarles todo, y les va a recordar todo lo que les he dicho", dejémosnos guiar por esa fuerza del Espíritu.
En el evangelio de hoy, Jesús nos da
las pautas a seguir como discípulos y misioneros:
La primera, es amarle a él, con todo
el corazón y con todo el ser, porque realmente si amamos a Jesús, amamos a
nuestro Padre Dios, y además quien ama, guardará la palabra de Dios. Si
realmente hacemos esto, Jesús nos dice qué El y su Padre vendrán a nosotros y
hará morada en nosotros, es decir, que habitará en nosotros, pero la llave de
esa morada está en amar a su Hijo y guardar su palabra.
Otra indicación es la promesa del
Espíritu Santo, Jesús no nos va a dejar solos, nos promete la fuerza del
Espíritu, el cual, es quien nos va ayudar y nos va a recordar todo lo que nos
fue dando Jesús cuando pasó por este mundo haciendo el bien, con todos aquellos
gestos y signos que fue haciendo. Eso
mismo nos lo recuerda el Espíritu de Dios, ya hemos visto cómo esas primeras
comunidades, gracias a su docilidad al Espíritu han podido discernir y vivir la
vida cristiana desde esa apertura al Espíritu, que les hace más humanos y más
hermanos.
Otra promesa u otro regalo de parte del Hijo es la paz, una paz que no es como la da el mundo, una paz que realmente estamos necesitando todos, porque la paz no es solamente ausencia de guerra, porque no podemos estar en guerra, pero podemos vivir en conflicto con el vecino, podemos estar viviendo enojados con un hermano próximo, y eso no me deja tranquilo, eso no me deja en paz. Señor, príncipe de la paz, danos esa tu paz que la necesitamos ya.
Y finalmente, nos dice que se va,
pero que nos debemos de alegrar, porque el va al Padre, que es suyo y nuestro,
que es nuestro Padre, que al irse al Padre porque es más que él, debemos seguir
creyendo, lo que nos está diciendo a pesar que voy estar ausente físicamente,
debéis de seguir creyendo, porque el Padre, yo y el Espíritu estamos haciendo
morada en vosotros, es decir, ellos habitan en cada uno de nosotros. Debemos
hoy como comunidad eclesial, vivir esa
sinodalidad con apertura de dialogo y docilidad al Espíritu.
.
🙏🙏🙏
ResponderEliminar