DOMINGO V DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo B)
“Jesús no se queda “instalado”. Sigue su camino, continúa su misión de predicar, curar, liberar...”
Lima 04 de febrero de 2021
Si el domingo pasado centrábamos la palabra de Dios en la figura de Jesús como profeta y como aquel que habla con autoridad, hoy podemos contemplar de nuevo la figura de Jesús, pero predicando, una de las características de un profeta, sanando o liberando y orando: predica, sana/libera y ora.
PREDICAR: Jesús como buen judío, siempre ingresa a la sinagoga, entra a alimentarse de la palabra, pero también le ha tocado leer y predicar, y predicar no solo en las sinagogas, sino en todas las aldeas. Era un predicador itinerante, es el que ha venido a anunciar la buena notica de salvación del Reino de Dios, su prédica no está limitada a un pequeño grupo, sino que es para todos.
La palabra de Dios, nos invita a todos los creyentes a predicar desde nuestra forma de vida, sabemos que este ministerio no es exclusivo de los ministros o sacerdotes es COMPROMISO de todos los bautizados. En la primera lectura Job nos enseña: “El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio…”, y un servicio es la predicación, el anuncio de la Buena Noticia de la Salvación al género humano.
San Pablo, en la segunda lectura nos dice muy claro: “El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio”. Ay de nosotros, los bautizados, si no anunciamos el evangelio, seremos como perros mudos. Que seamos capaces de decirle a las personas que Dios sigue vivo entre nosotros y que nos quiere salvar, esa es la gran noticia que debemos anunciar.
SANAR: otra actitud o característica que debemos destacar en Jesús hoy, es que viene a sanar aquellos corazones afligidos y liberar a aquellos corazones anclados en el pecado.
Jesús no desaprovecha las oportunidades, entra a la casa de Pedro y ahí mismo sana a su suegra, este hecho se da después de salir de la Sinagoga. Es algo importante ver esto, que Jesús sale, no se queda encerrado en cuatro paredes, sino que va para encontrarse con el que más sufre, va a sanar aquellos hermanos nuestros que están sufriendo cualquier dolencia. Eso es lo primero que debemos hacer ante el enfermo, ante aquella persona que sufre, acercarnos, a Jesús no le importaba si era sábado o no, Él sabía cómo acogerlos: con cariño, despertar su fe en Dios, aliviaba sus dolores y sanaba sus enfermedades, además la suegra de Pedro, dice la lectura, se puso al servicio, es decir asume también el rol de discípula.
ORAR: Jesús además de predicar, de sanar, siempre busca hacer oración, era lo último que hacía en el día, y era lo primero que hacía de madrugada, es que Él sabía que todo este proyecto no era de sí mismo, sino que era de Dios Padre, por eso Él tenía que estar en comunión con Dios Padre.
Jesús era consciente que necesita comunicarse con su Padre para poder llevar a cabo la obra de redención, las palabras que salían de su boca y la fuerza que salían de sus manos para sanar, se daba por esa intimidad con el Padre, era el mismo Padre que le daba todo a su Hijo para que pudiera predicar y sanar con toda la libertad del mundo sin importar las leyes judías. Todo ello era fruto de la oración.
Toda esta reflexión sobre la figura de Jesús tiene que ver con nosotros, pues, por el bautismo también estamos obligados a predicar, sanar y orar, estamos llamados a ser maestros, o mejor dicho, discípulos. Debemos ir a la gente a anunciar la buena noticia de salvación, darles una palabra de esperanza.
Como discípulos tenemos que ir a sanar o curar, no eslevantar por arte de magia a los enfermos que se encuentran en cama, pero si con la presencia, con un gesto de cariño, de ternura al enfermo, eso también sana. Hay muchas personas que están heridas por su pasado y esas heridas no las dejan caminar en libertad, pues ahí es donde debemos llegar para ayudar a estas personas a liberarse de sus heridas, Jesús hoy nos enseña cómo debemos de tratar a los enfermos.
Y también nos toca orar, debemos de comunicarnos siempre con Dios, no solamente cuando lo necesitamos, porque Dios no es necesario, es un don, y Él mismo se da, y nosotros como regalo que es debemos aceptar a Dios, buscarlo siempre en la oración para que ella nos ayude a empaparnos y poder actuar como Él; qué hacemos con predicar y sanar desde nosotros mismos, necesitamos siempre el auxilio de Dios para que su fuerza sanadora venga de Él.
Que, como siervos suyos, nos dejemos iluminar siempre por su Espíritu.
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