I DOMINGO DE ADVIENTO (C)

  


Lima, 01/12/2024

ALZAD LA CABEZA QUE SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN


Hoy damos inicio del tiempo de adviento, tiempo de preparación de la venida del Señor. En toda la historia salvífica hablamos de tres venidas del Señor, la primera que ya pasó, cuando se encarnó, pasó haciendo el bien, fue crucificado, murió y resucitó; la segunda es la presente, que se da en cada momento de nuestra vida, en la liturgia, en la palabra y la asamblea, porque Él ha dicho: donde dos o más se reúnen en mi nombre ahí estoy yo presente; la tercera es que esperamos en un futuro, por eso tenemos que estar vigilantes, porque no sabemos ni el día ni la hora cuando vendrá. Con estas tres venidas podríamos decir que Jesús es el mismo, ayer, hoy y siempre, o también que Él es el pasado, el presente y el futuro, además se podría decir que dichas presencias del Señor, son de una forma biológica, espiritual y escatológica.


En este tiempo de espera, es decir en el presente, el Señor nos invita a dos cosas: LA PRIMERA, QUE ALCEMOS LA CABEZA QUE SE ACERCA NUESTRA LIBERACIÓN, que alcemos la cabeza en esos momentos difíciles, de angustia, de desesperación de nuestra historia, que cuando esas cosas comiencen a suceder no tengamos miedo, que es el momento de la liberación, son palabras de ánimo que nos da el Señor.    Por eso hoy los invito a que leamos el salmo 3, es un salmo de confianza en medio de la angustia, por ejemplo, un versículo dice: SEÑOR, TÚ ERES MI ESCUDO Y MI GLORIA, TÚ MANTIENES ALTA MI CABEZA. También el mismo Señor en el evangelio de Juan nos dice: “TENED VALOR YO HE VENCIDO AL MUNDO”. Así que esas palabras nos tienen que animar en esos momentos difíciles que vamos experimentando a lo largo de la vida. 


El otro punto que quiero destacar es: “ESTAD, PUES, DESPIERTOS EN TODO TIEMPO”. El Señor nos invita a estar siempre despiertos, que no nos durmamos, que no nos dejemos llevar por la rutina, que no andemos cabizbajos, sino que estemos siempre espabilados, que la rutina, que las cosas que hacemos le pongamos alma, vida y sabor para que tenga sentido, así que esa invitación es para todo y para todos los tiempos litúrgicos.  Que no nos dejemos robar la alegría, y la esperanza por la flojera y la vida rutinaria. 

En fin, es un momento oportuno para que despertemos a nuestro hermano en la fe, que estemos más atentos al Evangelio, que no seamos comunidades dormidas, que vivamos despiertos frente a las indiferencias de la sociedad, que no nos quedemos en solo quejas y críticas.  Además, que no se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos y que seamos hombres y mujeres de esperanza para muchos hermanos que viven sin darle todavía sentido a la vida.


Vivimos en un mundo sacudido por diversos fenómenos: naturales y provocados por la humanidad, donde pareciera que reinará la oscuridad, las tinieblas, la desesperanza, pero es ahí donde llega la voz de Dios que es más que todas estas cosas que podemos vivir, que cuando estas cosas sucedan alcemos la cabeza y nos pongamos delante de Él, que no nos dejemos robar la alegría del evangelio…

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