II Domingo del tiempo ordinario. (c)
Mar del Plata 19/01/2024
«Haced lo que Él os diga»
Queridos hermanos, hemos entrado a un breve espacio del tiempo ordinario, las lecturas de hoy nos presentan la figura de la boda:
La primera lectura nos muestra ese enamoramiento de Dios con su pueblo, su pueblo elegido, el más pequeño, que pasa por injusticias y pareciera que Dios le ha abandonado, pero ahí entra la voz del profeta, una voz de esperanza que el Señor le salvará, ya no le llamarán la abandonada sino la predilecta, la favorita De Dios y quiere hacer una nueva alianza de amor, por eso usa la imagen del enamorado.
Así es nuestro Dios con cada uno de nosotros, a pesar que nos encontremos en crisis, solos, abandonados, el Señor siempre va a salir a rescatarnos, porque somos sus hijos predilectos, por eso hermanos no nos sintamos abandonados en los momentos de dificultades, al contrario, sintámonos amados y protegidos por nuestro gran Dios.
La segunda lectura nos presenta la diversidad de dones, pero un mismo carisma, podríamos decir diversidad de personas, siempre el amor de Dios es único para cada uno de nosotros. Podríamos decir que Dios no tiene un preferido entre toda la humanidad, sino que todos los seres humanos somos sus preferidos, y por ello a cada uno nos da un don, un talento, un carisma, pero su amor seguirá siendo el mismo.
Esos dones o carismas que se nos han regalado, son para que los pongamos al servicio de la comunidad, para que hagamos entre todos una alianza de unidad, de comunión, que no haya entre nosotros rivalidades ni celos, ya que cada uno tiene su don y su talento para el servicio de la comunidad, no para el servicio de sí mismo. Cada uno tiene lo que tiene, y si no tengo otro don que tiene mi hermano, es decir, diferente al mío, no es para caer enconfrontaciones, por encima de todo está la comunión, el amor como si fuésemos esposos: una sola alma y un corazón con diversidad de dones.
En el evangelio se concreta más la figura del novio y la novia, una fiesta como es el matrimonio, donde hay unas tinajas vacías porque se acabó el vino, y vemos la intercesión de María para que pueda volver la alegría y la fiesta en la comunidad.
Nos podemos dar cuenta que, esas tinajas vacías pueden representar a la Iglesia vacía, que se ha dejado guiar por la rutina y el lema: siempre se ha hecho así, eso ha hecho que nuestras fiestas litúrgicas pierdan sentido y pierdan la alegría del evangelio, por mantenernos haciendo siempre lo mismo sin buscar lo creativo, sin buscar la novedad del Espíritu, haciendo los ritos por costumbre y tradiciones. La presencia de María nos da la oportunidad que veamos que ha llegado la hora de hacer lo que el Señor nos dice en su evangelio, a dejarnos guiar por la novedad del Espíritu, para que sea la luz del Espíritu Santo que nos llene ese vacío y podamos vivir la alegría del evangelio, vivir cada uno de los momentos litúrgicos y comunitarios de nuestra Iglesia con ese gozo y esa alegría que proporciona la novedad y la creatividad, algo nuevo está por venir en nuestra comunidad eclesial. Que nosotros nos dejemos guiar por la luz del Espíritu Santo y podamos llenarnos de este Espíritu y esas tinajas que están vacías y pueda venir el gozo y la alegría de la fiesta Pascual.
Queridos hermanos, mantengámonos unidos y en comunión entre nosotros, porque el mismo Dios por medio de su Espíritu y su Hijo nos da esa novedad: que vivamos con gozo y felices nuestra vida como creyentes, como peregrinos de la esperanza, y que no perdamos esa esperanza del amor de Dios en medio de las dificultades, que realmente nos sintamos sus predilectos, ya que de acuerdo a su promesa “nunca” nos va abandonar.
Comentarios
Publicar un comentario