DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

Lima, 2 de marzo de 2025


Hermanos en las lecturas de hoy, si queremos buscar una palabra central o clave que nos pueda ayudar a hacer una reflexión, diríamos que es el DISCERNIMIENTO. 

La primera lectura, nos habla de que, antes de emitir un juicio sobre alguna persona, debemos hacer un debido discernimiento, no nos podemos dejar guiar por la primera impresión que nos da, hay que por lo menos escuchar a la persona y a partir de ahí, nos hacemos un concepto de esta.

Al hablar de discernimiento, una imagen que encaja perfectamente es la criba, ya que pasar algo por la criba es quedarnos con lo mejor de nosotros, y sacar lo que realmente no nos deja crecer como persona y como discípulo del Señor, es decir, el fin de la criba y el discernimiento es quedarnos con lo mejor o lo más auténtico de las personas y de las situaciones que nos toca discernir, por eso, a la hora de actuar, todo lo pasamos por la criba, para quedarnos con lo mejor de las cosas, lo más auténtico.


Nosotros como discípulos debemos saber descubrir o discernir lo que es corruptible y quedarnos con lo incorrupto, podemos darnos cuenta de que la muerte no tiene cabida en el ser humano, la vida es la que ha triunfado, gracias a la entrega total de Jesús por medio de la cruz. A nosotros, los pecadores, nos toca entregarnos sin reserva a la obra del Señor con ese convencimiento que no se queda en vano nuestro esfuerzo, contando siempre con la gracia de Dios.  

Si queremos seguir centrado la palabra de Dios en el discernimiento, también a la hora de discernir, necesitamos de Dios y de una persona que nos acompañe, esa persona, que tenga experiencia y viva la santidad, porque un ciego no puede guiar a otro ciego, sino que tiene que ser una persona llena del Espíritu. Para poder guiar a otra persona nos debemos de preparar, ahora somos discípulos, después seremos maestros que podamos ayudar a otros hermanos en la vida espiritual y en el seguimiento de Jesús.  


La comparación que usa es bien clara: me tengo que sacar primero la viga de mi ojo antes de pretender sacar la mota del ojo de mi hermano. El Papa Francisco insiste a menudo en la sana costumbre de acusarse uno mismo, en vez de (o antes) de acusar a los demás, pero al conocerme y saber quién soy realmente, puedo ayudar a otros hermanos a ver mejor las cosas y saber responder desde los criterios de Dios.

La vida del discernimiento nos lleva a ver lo que es bueno y lo que es malo, y a partir de ahí tomar buenas o malas decisiones.  Cada uno de nosotros debemos estar en sintonía con el Espíritu de Dios, para poder sacar de las cosas lo mejor, y quedarnos con lo mejor para nosotros, pero con criterios evangélicos. Dicho criterio lo podemos ver con la figura del árbol bueno que da buenos frutos; el corazón bueno transformado por el amor misericordioso de Dios, también da buenos frutos, frutos de amor, de misericordia, de comprensión. Es un examen que debemos aplicarnos para conocernos cómo somos realmente y discernir bajo la luz del Espíritu. No podemos dar los frutos que Dios nos pide, si el corazón lo tenemos corrupto.

Comentarios

  1. Cristo es mí camino y la Palabra ilumina mí camo.
    Por eso ahora vivo, pendiente de la Palabra.
    Para no volver a la oscuridad 🌑.

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