DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO B
“Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
Monteagudo, 05 de setiembre de 2021
La palabra de Dios nos hace recordar
hoy sobre la sordera e incluso la ceguera. En la Sagrada Escritura la sordera y
la ceguera son símbolos de la resistencia a la palabra de Dios, al mensaje de
Dios.
Las personas hoy nos dejamos seducir por otras voces y no por la de Dios, pero el Señor buscará siempre la forma de como abrirnos el oído para poder escuchar su voz, más allá de la sordera física, cómo dice el Papa Benedicto, existe otra que puede ser hasta peor: “Más allá de la sordera física, existe otra sordera de la que la humanidad, más que curada, tiene que ser salvada: “es la sordera del espíritu, que levanta barreras cada vez más altas a la voz de Dios y del prójimo, especialmente al grito de socorro de los últimos y de los que sufren, y que encierra al hombre en un profundo y corrosivo egoísmo”. (Benedicto XVI, Nov 2009).
El profeta en la primera lectura,
nos recuerda que viene Dios en persona a darnos esa capacidad de escuchar: “Dios
en persona vendría a despegar los ojos del ciego, que abriría los oídos del
sordo y cantaría la lengua del mudo”.
Con esta realidad de la primera
lectura entendemos el evangelio de hoy, donde vemos a Jesús sanando a un sordo,
y además casi mudo, porque parecía que no podía hablar; un Jesús que nos viene a
abrir los oídos, los ojos, para que podamos escuchar la voz de su Padre y para
que podamos ver las injusticias de nuestra realidad.
El mensaje del evangelista es dejarnos tocar por el Señor, para podernos liberar de tantas cosas que no nos dejan ver, oír e incluso decir en esta sociedad, que tiene todos los sentidos, pero todavía caminando con los ojos cerrados y los oídos sellados. Dejémonos tocar por el Señor, dejémonos sorprender por Él; las personas de su tiempo, algunas, se han quedado maravilladas por su actitud, al decir: “Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.” Así es nuestro Dios, viene a darnos todos los sentidos, para comunicarnos con Él y para comunicarnos con los demás.
Cuando hablamos de la comunicación
en la segunda lectura del apóstol Santiago, nos damos cuenta, cuándo realmente
podemos ser sordos o ciegos en la vida. Nuestro mirar siempre se fija en las
apariencias, y no somos capaces de ver más allá, qué hay detrás de un simple
ropaje. El Señor ve nuestro corazón y así debemos hacer nosotros, fijarnos en
el corazón del ser humano, no en lo que lleva, sino en lo que es, un hijo de
Dios con un corazón grande con ganas de amar.
Queridos hermanos no olvidemos nunca que esta palabra de Dios, va dirigida a nosotros hoy, no a los cristianos de otro tiempo o de otro lugar, va directamente al corazón de cada uno de nosotros, los que nos encontramos aquí hoy, es por eso que un cristiano ha de tener abiertos los oídos para escuchar y los labios para hablar. Para escuchar tanto a Dios como a los demás, sin hacerse el sordo ni a la Palabra salvadora ni a la comunicación con el prójimo. Para hablar tanto a Dios como a los demás, sin callar en la oración ni en el diálogo con los hermanos ni en el testimonio de su fe.
Gracias por compartir querido Wilmer,Dios te bendiga,un abrazo fuerte.
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