DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)
“fijos
los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús”
Monteagudo,
14 de agosto de 2022
La vida cristiana o la forma de vivir cristianamente, o mejor dicho como auténticos hijos de Dios, no es nada fácil, siempre nos trae problemas, y se nos hace un problema, porque realmente queremos una vida sin complicaciones, y la forma de vivir como hijos de Dios nos trae muchas complicaciones.
En
la primera lectura vemos que el profeta Jeremías ha sido condenado a muerte y
su pueblo se lo quería quitar de en medio, porque es una persona que le
complica la vida al Pueblo, porque él solamente quiere llevarlo por los caminos
del Señor, pero no se dejan, porque eso le complica la vida y, además, le
cuesta hacer la voluntad de Dios.
El
profeta no ha muerto gracias a la sensibilidad del rey, es el rey que le ha
salvado la vida, pero el profeta ha estado sumergido en lo más profundo del
pozo, pero el rey lo ha sacado por medio de tres hombres. Nos damos cuenta que, en esta vida, que
parece complicada no debemos perder la esperanza, en este caso el profeta ha
podido salir de esta situación dramática, al igual que Jesús al ser enterrado
en lo más profundo de la tierra, ahí Dios Padre le ha devuelto la vida. Por muy
complicada que veamos nuestra vida en este mundo, no perdamos la esperanza que
Dios Padre nos quiere salvar.
Es
por eso por lo que Pablo nos dice en la segunda lectura de hoy, que mantengamos
los ojos fijos en Jesús, que fue que inició y cumplirá nuestra fe.
La vida no es complicada, quienes la complicamos somos nosotros, por querer hacer muchas cosas que en realidad no son necesarias para la salvación. Muchas veces vamos cargando nuestra mochila de peregrinos, y ese peso no nos deja avanzar con libertad hacia la patria.
Pero
san Pablo nos da un consejo hoy para llegar hasta la meta, que renunciemos a
todas aquellas cosas que nos estorban, de un modo especial el pecado. Es el pecado que nos aleja del camino y no
nos dejar llegar, por eso no podemos perder la vista en Dios, tenemos que
mantener los ojos fijos en el Señor esperando su misericordia, para que Él mismo
nos ayude a llegar a la meta, ligeros de equipaje y presentarnos, así mismo
como hemos venido a este mundo, sin nada.
En
el evangelio, Jesús con todo el realismo nos dice, que no pensemos que Él ha
venido a traer la paz, sino la guerra, así que ahora se nos complica más la
vida, porque Jesús siendo el Hijo de Dios nos dice esto, nos desmotiva a seguir
viviendo y seguir al Padre. Eso sí, El
nos manifiesta que ha venido a traer el
fuego y su mayor deseo es que arda, ah, esto es otra cosa, lo que nos trae el
Hijo de Hombre es el fuego del Espíritu, y cuando este fuego comience a arder
en nuestra vida y en nuestra sociedad pueden cambiar muchas cosas, ya que nos
podremos tomar la vida más en serio y además con mucha pasión, porque va ser
orientada por el fuego del Espíritu, porque cuando nos dejamos guiar por ese
fuego del Espíritu Santo, con nuestra vivencia de fe, tan radical, crea
conflicto desde ya en nuestra vida, comenzando por casa, por nuestros
familiares.
Para finalizar, decir que la vida no es complicada, la complicamos nosotros mismos por querer hacer siempre lo que queremos y no la voluntad de Dios, pero si mi voluntad coincide con la voluntad del Padre, tengamos la certeza de que vivimos esta vida con mucha pasión, entrega, ilusión y además con mucha alegría colaborando con Dios en la construcción del reino. Y que cuando tengamos alguna dificultad en la vida, que seguro la vamos a tener, acudir a nuestro Padre Dios y decirle como el salmista: “Señor, date prisa en socorrerme”.



Comentarios
Publicar un comentario