DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)
“El Señor llega para regir los
pueblos con rectitud”.
Lima, 13 de noviembre de 2022
Ya nos estamos acercando al final del año litúrgico, y todos los textos de hoy nos van dando un mensaje de miedo, de fin del mundo, de mucha catástrofe, cosas que no nos deben poner en actitud de miedo, sino en actitud de esperanza, pero eso sí, estando siempre alertas.
En la primera lectura el profeta
Malaquias, nos indica que vendrá un día en donde se consumirán todos aquellos
que no temen al Señor, no son aquellos que le tienen miedo a Dios sino todos
aquellos que lo adoran en espíritu y verdad, todos aquellos hombres que se fían
en el Señor, que solo confían en Él, no en su propia fuerza.
En la segunda lectura, san Pablo le
echa en cara a los habitantes de Tesalónica, porque están viviendo como si la
llegada del Señor fuera eminente, como si ya estuviera a la vuelta de la
esquina, pero no es así, no sabemos, ni el día, ni la hora cuando vendrá de
nuevo el Hijo de Dios, por eso, nos toca ahora a cada uno de nosotros trabajar,
a ganarnos el pan de cada día, no podemos vivir pensando que la venida de Dios
ya está cerca y por eso nos desconectamos de la realidad del mundo.
La venida de Dios la tenemos que
vivir con mucha esperanza, a pesar de las dificultades que podemos tener, no
temer a eso, sino confiar en el Señor y trabajar en su reino, para que cuando Él
venga nos encuentre trabajando, no con los brazos cruzados.
En el evangelio, se encuentra la misma temática de esa llegada de Dios, que está muy cerca, y todos somos testigos que, desde mucho tiempo nos vienen diciendo que ya se va a acabar el mundo, que se acerca la segunda venida de Cristo, y así hemos estado muchos años.
Cuantas catástrofes, hemos vivido,
cuantas guerras, cuantas pandemias, desde que tenemos uso de razón y lo que
hemos leído en la historia de la humanidad, muchas diríamos, y hasta ahora no
se ha manifestado la segunda venida de Cristo, pero tendremos que seguir
esperando, pero de una esperanza activa, es decir, colaborando con Dios en la
construcción de un mundo mejor. Y que no nos preocupemos de lo que vamos a
decir o lo que debemos hacer, ya Dios con su Espíritu nos va iluminando.
Hoy en día seguimos viviendo tiempo
de pandemia y de guerra, son tiempos difíciles y recios que nos ponen en cuestionamiento
nuestra fe, esperanza y amor.
Pero para nosotros los hijos de
Dios, los que creemos en el auténtico Dios nos toca ser los protagonistas de
nuestra fe mediante el testimonio, conscientes de que el Señor está con
nosotros y no nos abandona. Y nos toca vivir la fe en medio de los problemas
actuales, evitando los espiritualismos y añoranzas que en nada coinciden con el
camino que el Señor nos ha marcado. El mensaje evangélico termina de manera
consoladora: Ni un sólo cabello de
vuestra cabeza se perderá. Con vuestra paciencia obtendréis la vida (v.19).
La fe no nos salva del sufrimiento, tampoco de la muerte, pero sí nos da la
Vida y le da el verdadero sentido de nuestra vida en este mundo.
En definitiva, a nosotros como
creyentes nos toca perseverar en la fe, tener confianza, paciencia y esperanza
para que cuando venga el Hijo de Dios nos encuentre reunidos y sirviendo como
hijos, para que no nos sorprenda su venida, sino que nos encuentre actuando
como hijos de Dios, con libertad, paz y con amor.
Preciosa meditación sobre el temido fin del mundo. Actuar como si estuviera cerca,siempre preparados para presentarnos limpios ante el Señor. Pero sin miedos, sino llenos de esperanza. La libe ración se acerca
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