DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO(A)

“Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo” 

Lima 03 de septiembre de 2023


Hoy, como siempre lo hace Dios, nos llama a aceptar su voluntad, porque su único deseo es salvarnos, la repuesta de cada uno es hacer su voluntad en medio de las circunstancias de la vida, que algunas veces, -segurísimo- son dramáticas.

En la primera lectura del  profeta Jeremías, nos damos cuenta que Dios se ha metido en la vida del profeta, ha irrumpido en su historia, que el mismo profeta se atreve a decir: me has seducido Señor y me dejé seducir.   Todo esto lo ha realizado Dios con la única intención de salvar a su pueblo, y Jeremías ha discernido cuál es la voluntad de Dios, aunque esta voluntad de Dios, está acompañada por burlas, humillaciones y sufrimientos, pero él se mantiene en la fe y esperanza, que a pesar que está viviendo estos momentos trágicos en su vida es voluntad de Dios porque su intención es salvar a su pueblo.


En la segunda lectura, parece que San Pablo  tiene más claro el discernimiento de la voluntad de Dios, porque nos sugiere que presentemos nuestro cuerpo o nuestra vida como una ofrenda agradable a Dios.  Que este sea hoy nuestro culto, que no nos consolidemos a los criterios de este mundo, sino a los criterios de Dios, que actuemos siempre como hijos de Dios, que hagamos todas aquellas cosas que son agradables a Dios. Si hacemos todas aquellas cosas que son realmente agradables a Dios, estaremos haciendo su voluntad. 

Lo que nos sucede  es que, siempre buscamos hacer las cosas que a nosotros nos agradan, que podamos controlar; cuando actuamos de esa manera no somos capaces de hacer la voluntad de Dios, porque si en la vida, el Señor nos pone un momento dramático, a lo mejor no podremos descubrir ahí la voluntad de Dios. 


Y en el Evangelio, parece que hacer la voluntad de Dios está más clara por medio de Jesús, su Hijo. Cuando el Hijo de Dios anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, Pedro interviene en la conversación manifestando que semejante cosa no le puede pasar a Jesús, pero Jesús con criterios teologales le habla a Pedro diciéndole que él solo piensa con criterios humanos y no con los criterios de Dios Padre.   A todos nos pasa así, queremos ser Hijos de Dios sin que nos pase nada en nuestra vida, queremos seguir a su Hijo, pero sin asumir la cruz. No somos capaces de darnos cuenta de que, en medio del dolor, de la enfermedad, del sufrimiento o cualquier momento dramático de la vida Dios nos está salvando.  Así es el amor de Dios, Jesús asume el reto del sufrimiento porque su única intención es hacer la voluntad de Dios, y la voluntad de Dios para la humanidad es salvarnos. 

Sabemos que las cosas de este mundo pasan, ahora nos toca aceptar estos momentos duros de la vida con fe y esperanza: confiar siempre en Dios y esperar.  Después de la muerte viene la gloria, eso es lo que nos dice Jesús,  que al tercer día resucitará, es decir, que no es solo sufrimiento, sino que también habrá momento de gloria.  

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