DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO (A)

¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Lima 01 de octubre de 2023


El domingo pasado las lecturas nos hacían reflexionar sobre el llamado de Dios siempre y en cada momento de la historia, y que la paga era la misma para todos.   Hoy nos vuelve a invitar a trabajar en su viña, pero de manera particular, así que las lecturas hoy nos invitan a reflexionar en cómo debemos actuar, cómo deben ser nuestras acciones, siempre caminando en la verdad, en la sinceridad y honestidad con nosotros mismos, con Dios y con los demás.

En la primera lectura, nos damos cuenta de que muchas veces, pensamos que el proceder de Dios es injusto, pero realmente es nuestro proceder el injustocuando nos alejamos de la justicia, cuando no somos justos nos alejamos de Dios y moriremos, no por culpa de Dios, sino por culpa de nosotros por no actuar rectamente. 


Es propicio en este momento preguntarnos cómo estamos actuando con nuestros hermanos emigrantes, que vienen de otros lugares en busca de una condición de vida, y muchas veces nuestro proceder ante estos hermanos puede estar cargado de injustica por no tratarlos como hermanos, sino como personas extrañas que vienen a quitarnos lo nuestro.  Pidamos hoy al Señor como el salmista: “haz que camine con lealtad; enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador”.

San Pablo hoy nos da muchas pistas para que podamos actuar con rectitud y acorde al evangelio: “No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todo el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús”. Ojalá tengamos los mismos sentimientos de Jesús para que podamos acoger a aquellos hermanos que no son diferentes a nosotros, son hermanos nuestros que quieren que tú y yo le tendamos una mano, que seamos capaces de pensar más en sus intereses y no en los nuestros.   La tentación de todo cristiano es pensar más en su propio interés y olvidarse de los demás, que estas palabras de san Pablo calen hoy en nuestros corazones y que pensemos más en los extranjeros, que han venido buscando una salida a su situación de vida y al igual que Jesús están obligados a huir.


En el evangelio el Señor es muy claro, las prostitutas y los publicanos nos van a arrebatar el reino de Dios, porque su proceder muchas veces es más justo que el de nosotros, muchas veces, son más abiertos y acogedores que nosotros mismos, además ellos son los que pueden decir que no al Reino de la boca para fuera, pero su corazón responde más rápido al amor de Dios, ellos, publicanos y prostitutas son los profesionales del pecadolos que han dicho un gran no a la religión vacía, son los que están fuera del culto, pero su corazón está muy abierto al amor de Dios, en cambio, los que decimos un gran sí, pero nuestro corazón se encuentra lejos del amor de Dios, por eso muchas veces nuestra religión o nuestra fe se queda en el vacío.   Esta parábola de los dos hijos nos invita a examinarnos a fin de que nuestra vida de fe de creyentes, nuestro culto a Dios no sea vacío; que nuestra fe no sea una fe muerta, sin obras que brotan del amor, lo cual da vida, es decir, que andemos en la verdad y que actuemos con sinceridad, sin olvidarnos de los hermanos que sufren y padecen por culpa de nosotros mismos.

En definitiva, que este día, que el Señor nos invita a mirarnos cómo es nuestro proceder en la vida hagamos un mea culpa, o, mejor dicho, que nos examinemos y que hagamos un examen de conciencia de cómo estamos viviendo nuestra vida cristiana, si realmente estamos actuando, pensando en los demás, tratando de hacer una sociedad más justa y más humana, respetando la dignidad de todos nuestros hermanos.

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