DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
“Dichosos los invitados al banquete del Señor, al banquete de bodas”
Lima 15 de octubre de 2023
El domingo pasado la palabra de Dios nos daba una imagen para meditar, que era la viña, que es su pueblo. Hoy nos regala otra imagen para reflexionar y meditar sobre el futuro que nos espera, esa imagen es la boda, el banquete, a la cual todos estamos invitados.
En la primera lectura del profeta Isaías, encontramos la imagen de un festín, una fiesta donde hay los mejores manjares y las mejores bebidas, así es el Señor con cada uno de nosotros, nos prepara lo mejor para que podamos disfrutar, y además es signo de alegría y de felicidad, por eso el profeta nos dice que “el Señor que enjugará las lágrimas de todos los rostros, y la degradación de su pueblo lo alejará de todo el país. Lo ha dicho el Señor. Aquel día se dirá: Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara; celebremos y gocemos con su salvación”.
El Señor nos invita a eso, a que no perdamos la esperanza en momentos de tristeza y angustia, Él, el Señor, nos prepara un banquete de fiesta donde nos va a enjugar las lágrimas. Ese banquete donde esperamos estar todos juntos, donde no habrá ni llanto ni dolor donde todos estaremos felices y viviremos plenamente. Aunque sabemos que nos pueden venir momentos difíciles en la vida, tenemos que ser como san Pablo, saber vivir en la abundancia y en la austeridad. Hay momentos de abundancia y también de tribulación, en todos estos momentos tenemos que saber vivir, confiando en ese Dios que es nuestro Pastor, que nos lleva a verdes praderas y nos hace recostar, nos lleva a un lugar tranquilo y nos prepara una mesa para que nos podamos sentar con gozo y alegría, y poder así disfrutar de su presencia.
El evangelio también nos presenta la fiesta, a la cual todos estamos invitados, queda de nuestra parte, con nuestra libertad ver si somos capaces de responder a dicha invitación. A veces nos resistimos o le ponemos excusas al Señor para no participar en su banquete. A pesar de que hay algunos que se resisten a la llamada, el Señor sigue llamando, a buenos y malos, así que todos somos llamados a este compartir de parte de Dios, Dios desea y quiere compartir su alegría con nosotros, el amor de Dios lo podemos experimentar si aceptamos su invitación. Si la rechazamos no podremos experimentarlo.
Ahora es tiempo de responder a la invitación, y si estamos dispuestos a participar tendríamos que prepararnos a ese gran banquete, porque cuando alguien nos invita a su fiesta, nos ponemos el mejor vestido, incluso, si no tenemos lo compramos, además preparamos un regalo para aquella persona que nos ha invitado a su fiesta. Así que hoy podemos preguntarnos: ¿ya tengo el mejor traje para presentarme a ese banquete que me está invitando el Señor o ahora, en este momento de mi vida,no tengo el mejor traje para ingresar al banquete? ¿Y qué regalo le voy a dar para corresponder a su invitación, o pienso llegar con las manos vacías al banquete? El domingo pasado las lecturas nos hablaban de los frutos que debemos darle al Señor, ¿con qué frutos me voy a presentar a este gran festín?
Queridos hermanos, no le pongamos excusas al Señor y participemos en el gran banquete, que no nos cerremos a su gracia y a su amor que se va dando día a día y en cada momento. La invitación ya está dada, queda a cada uno de nosotros si respondemos o no, si realmente queremos participar en esa fiesta donde disfrutaremos de lo más valioso de nuestra vida, la presencia de Dios.
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