DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
“La viña del Señor es la Casa de
Israel”
Lima 08 de octubre de 2023
Durante estos dos últimos domingos el Señor nos viene hablando de la viña, que es la casa de Israel. Primero salió a contratar obreros y les pago lo mismo a todos, luego invito a dos hijos: uno dijo sí, y no fue, el otro dijo no, al final fue. Hoy nos vuelve a hablar de la viña, y esta vez nos dice que la deja en manos de unos labradores, y que cuando llegó el momento de la cosecha, mandó a sus criados, pero los labradores se adueñaron de la viña.
El tema central de estos últimos domingos es
que Dios nos quiere salvar a todos, pero como dice san Agustín: “Dios que te creo sin ti, no te
salvará sin ti”. Una vez más nos damos
cuenta del amor y el deseo de salvarnos que Dios tiene con cada uno de
nosotros, desde el momento de la creación, Dios nos ha dado una casa común para
que podamos dar frutos abundantes, pero el hombre por intentar suplir el puesto
de Dios ha estropeado este proyecto de amor, y Dios como no quiere fracasar en
este proyecto nos da nuevas oportunidades.
En las lecturas de hoy, podemos ver ese deseo de Dios de salvarnos, pero
queda en nosotros si elegimos o rechazamos este proyecto de amor de Dios.
En la primera lectura el Señor prepara una viña, esa viña es la casa de Israel, el pueblo elegido por Dios, que espera de este pueblo, como espera el viñador de su viña frutos buenos, pero con lo que se encuentra son asesinatos y lamentos. Que decepción se sigue llevando el Señor de nosotros, pero el confía y espera que seamos un pueblo que demos buenos frutos, justicia y derecho. Pero viendo la situación actual, nos damos cuenta de que sigue habiendo injusticia, y los derechos humanos cada vez se atropellan más. Que hoy podamos acudir a nuestro Dios como el salmista: Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña… Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Que nos restaure para que su rostro brille en nosotros y así podamos dar auténticos frutos.
Dichos frutos los destaca muy bien san Pablo en la segunda lectura,
cuando nos exhorta a vivir: la verdad, la nobleza. la justicia, la pureza, la
amabilidad, que seamos ejemplos de vida para los demás, pongamos por obra todo
aquello que hemos recibido en el seno de la familia y en el seno de la
Iglesia.
En el evangelio está la misma imagen de la viña, pero tiene un plus, ya que en esa viña Dios se ha ido manifestando en cada momento de la historia, con diversos personajes que intentan ayudarnos a dar buenos frutos, pero los hombres somos de dura cerviz, que no obedecemos a aquellos patriarcas y profetas que Dios nos ha enviado para guiarnos por el auténtico camino, lo que hemos hecho es ir rechazando esa oferta de salvación de esta historia de amor, nos hemos negado a este amor, y hemos rechazado a todos estos hombres y mujeres que nos han servido de luz y guía para salvarnos, pero como Dios desea, tiene fe y esperanza de nosotros, agota su último recurso con su Hijo Jesús, sin embargo, a Él tampoco lo hemos acogido, sino que lo hemos negado y nos seguimos negando a la salvación, esa salvación que Dios nos da por puro amor como don.
Hermanos, el Señor sigue apostando por nosotros, Él nos ha dado su viña
que es la Iglesia, tu parroquia, para que pongas manos a la obra, somos
administradores de esta viña, no somos dueños, el Dueños es Dios, la cepa es
Jesús y nosotros somos sarmientos que debemos dar frutos y frutos abundantes.
Hemos sido bautizados en la viña del Señor para ser labradores. Hoy mas que nunca tenemos que pensar en esos
dones, inmerecidos, que el dueño de la vid nos ha regalado para ponerlos al
servicio de su viña, cada uno sabe cuáles son esos dones recibidos y tienes que
ponerlos al servicio de la comunidad parroquial.
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