XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B)
Lima 10/11/2024
“Ha echado todo lo que tenía para vivir”
Durante este año los agustinos recoletos hemos caminado con un lema: “¿Aspiras a grandes cosas?Comienza por las más pequeñas”, tanto la primera lectura y el evangelio nos ayudan a darnos cuentas cuáles son esas cosas pequeñas que nos pueden ayudar a ver o encontrar grandes cosas, como las dos mujeres del evangelio.
La palabra de Dios hoy la podemos sintetizar en dos palabras: la generosidad y la providencia divina, porque ambas palabras se hacen vida en dos mujeres viudas, una del antiguo testamento y otra del nuevo testamento. Ambas son muy generosas, desde su pobreza se dan a los demás, y esa generosidad las lleva a confiar en Dios, es decir, a la providencia divina, se fían de Dios, dos mujeres que desde la pequeñez de las cosas sencillas alcanzan grandes cosas.
La generosidad está en dar o compartir los bienes con los demás, pero la clave está en dar sin recibir nada a cambio, si das para esperar algo a cambio, ya no es generosidad, sino que es puro interés, dar hasta que duela, eso es caridad.
Muchas veces pensamos que ser generosos es compartir nuestro sueldo, o darle la mitad de mis bienes a los pobres, es eso, pero también es saber dar desde nuestra pobreza. Posiblemente no tenemos dinero, pero si tenemos tiempo para dedicárselo a mucha gente que sufre alguna enfermedad, ir hasta estos hermanos es dar lo que más valoramos, el tiempo, dedicarle una hora a un hermano enfermo, escucharle y acompañarle en su soledad y sufrimiento también es generosidad, estar cerca de los que sufren, estar ahí cerca de aquellos que viven solos.
El Señor nos está invitando a ser como estas personas, sencillas y generosas de corazón grande, que sepamos amar sin reservas, así podemos hacer el mundo más humano, sin apariencia como los fariseos que nos presenta el evangelio en el día de hoy.
Con lo que respecta a la providencia divina, está en las dos figuras del antiguo testamento, Elías y la viuda: Elías se pone en marcha y no lleva nada para el camino y se fía de Dios, que le va preparar algo por el camino, y la mujer a pesar que le queda poco se fía de las palabras del profeta, que si prepara pan para él, para su hijo y para ella, no le va a faltar nada, así es Dios generoso, pero eso sí cuando nosotros también los somos, la providencia de Dios se realiza, se hace vida en cada uno de nosotros. Así que seamos generosos para que se haga realidad la providencia de Dios en nuestros hermanos, pongamos siempre la confianza en la providencia de Dios, que no nos aferremos a las cosas de este mundo, que son caducas y pasajeras, porque cuando partamos de este mundo nos iremos con las manos vacías…
Para finalizar no quiero dejar a un lado la mirada de Jesús, si nos damos cuenta, nosotros a lo mejor estaríamos pendiente para ver quien echa más en la ofrenda, y quien aporta más, le valoramos más, en cambio Jesús pone la mirada en la viuda, una mujer que da lo poco que tiene, no de lo que le sobra, sino lo que tiene lo comparte, por eso Jesús valora más este gesto de sencillez, nosotros valoraríamos a quien aporta más para el templo, por eso hoy debemos aprender de Jesús, mirar de otro modo, no como ve la mayoría, que solo se fija en las cosas superficiales y no en el fondo de la situación.
Seré más generosa, para ayudar a Dios a realizar su providencia.
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