DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
“Todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.”
Lima, 31 de agosto de 2025
Ayer celebramos santa Rosa de Lima, primera santa de América y nuestra patrona, las lecturas de hoy coinciden muy bien con nuestra santa, ya que están centradas en la humildad, una de las características de Rosa.
Las personas humildes no hacen mucho ruido, son personas silenciosas, pero muy sabías, por eso la humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitir a los demás descubrirlas.
El Señor hoy nos está invitando a una virtud tan importante para los seres humanos, no hace falta ser creyentes, porque puedo creer mucho en Dios, pero no tengo nada de humildad. El humilde es aquel hombre que se fía de Dios y no en sí mismo como los soberbios.
Muchas personas con actitud muy soberbia tienen que pasar por un momento de humillación, para que puedan darse cuenta realmente quiénes somos y porqué actuamos de esa manera y así tener una pizca de humildad.
Por eso Jesús en el evangelio nos va diciendo que, cuando seamos invitados a una fiesta no busquemos los primeros puestos, para evitar una humillación, lo mejor es quedarnos detrás para que luego pasemos a ocupar los primeros puestos, tenemos que ser humildes para que el Señor nos pueda ensalzar con su obra.
Por eso Jesús en el evangelio nos va diciendo que, cuando seamos invitados a una fiesta no busquemos los primeros puestos, para evitar una humillación, lo mejor es quedarnos detrás para que luego pasemos a ocupar los primeros puestos, tenemos que ser humildes para que el Señor nos pueda ensalzar con su obra.
En realidad, la clave para un camino espiritual sincero y profundo debe ser la humildad, si no lo somos el Señor no se va a fijar en nosotros. Que hoy podamos releer el magníficat, para que veamos la figura de María, nuestra madre, cómo el Señor la ha enaltecido por su humildad.
Quisiera cerrar esta reflexión con unos de los pensamientos de nuestro padre san Agustín, que también estos días celebramos su fiesta, es una parte de una carta dirigida a Dióscoro para manifestarle cuál es el camino hacia la verdad: “Quisiera, mi Dióscoro, que te sometieras con toda tu piedad a este Dios y no buscases para perseguir y alcanzar la verdad otro camino que el que ha sido garantizado por aquel que era Dios, y por eso vio la debilidad de nuestros pasos. Ese camino es: primero, la humildad; segundo, la humildad; tercero, la humildad; y cuantas veces me preguntes, otras tantas te diré lo mismo. Así queridos hermanos seamos humildes para que podamos alcanzar la santidad y lograr la vida plena con Dios, que nos enseña a ser humildes como el Hijo ha sido humilde.
Realmente que aprendamos de san Agustín y santa Rosa la humildad que les llevó a la santidad, si queremos ser personas santas tenemos que comenzar siendo humildes, no buscando los primeros puestos.



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