V DOMINGO DE PASCUA (B)
“Sin mí no podéis hacer nada”
Monteagudo 2
de mayo 2021
Seguimos
avanzando en el tiempo de pascua, un tiempo de gozo y de alegría, también es un
tiempo de compromiso y responsabilidad con Dios y su evangelio.
En la primera lectura nos damos cuenta cómo esas comunidades acogían la palabra de Dios que iba siendo trasmitida por los discípulos, uno de ellos Pablo, que pasa de ser un perseguidor a un propagador de esa buena noticia. El encuentro con Jesús Resucitado lo lleva a trasmitir esa presencia viva de Jesús, por eso el tiempo pascual además de ser un tiempo de mucha alegría, es un tiempo propicio para anunciar esa gran noticia.
A parte
de ser un tiempo de compromiso y responsabilidad con la buena noticia de
salvación, es un tiempo oportuno para saber cómo están nuestras virtudes
teologales: si realmente creemos, esperamos y amamos. Hoy san Juan en la segunda lectura nos invita
a creer y amar, porque realmente esos son los principales mandamientos: “Y éste es
su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos
amemos unos a otros, tal como nos lo mandó”. Y
quienes guardan estos mandamientos permanecen unidos a Dios y darán muchos
frutos, por eso el evangelio de hoy nos iluminará con esa imagen de la vid y
los sarmientos.
Además
de mirar las virtudes teologales, el tiempo de pascua es un tiempo que nos
ayuda a redescubrir que los dones, las virtudes, entre ellas las teologales,
son regalos de Dios, no están en nuestras vidas por merito nuestro, en realidad
no merecemos nada, Dios nos lo da todo como regalo, Él nos ama tanto que se da
así, incondicionalmente, por eso nosotros sin Él no podemos hacer nada.
Y nos puede pasar como los sarmientos, si no estamos unidos a la vid, no daremos frutos, seriamos unas ramas secas que servirían para dar fuego y calor y quedarse solo en cenizas, pero si estamos en intimidad, en unión con Dios, estaremos siempre verdes y frondosos y daremos ricas uvas.
Queridos
hermanos le pertenecemos a Dios, por eso debemos permanecer en Él para que
podamos dar vida a otros, muchas veces nos cuesta creernos esto. Recordemos de nuevo la segunda lectura, estos
son los principales mandamientos, creer y amar a los otros, esta fe y este amor
es pura gracia que viene de Dios, esa savia de la vid que siempre nos mantendrá
vivos para seguir creyendo y amando.
No nos sorprendamos cuando el buen viñador venga con su tijera a podarnos para que así podamos crecer y dar mejores frutos, lo hace porque es bueno y misericordioso con nosotros. Un mal viñador seguro deja la viña para que se la coma las alimañas. Sabemos que la poda es dolorosa pero necesaria, así es el buen Dios con la tijera, la tijera tiene dos hojas: una puede ser la palabra de Dios y la otra la fe.
La misma palabra de Dios nos ayuda a purificarnos, ella nos hace de
espejo para darnos cuenta que estamos haciendo bien y si realmente nos fiamos
de ella, así lo dice el evangelista: “vosotros ya estáis limpios por las
palabras que os he dicho” (Jn 15, 3).
Dicha palabra debe ir acompañada
por la fe, que sería la otra hoja de la tijera con la cual nos poda el buen
viñador, la
palabra en sí misma no ejerce una acción mágica, sino que necesita de la fe.
Hermanos nosotros que somos sarmientos y además creyentes, nos debemos dejar
interpelar por la palabra de Dios para que nos lleve a confiar más en Él y seguir
dando frutos de vida.
Quiero acabar esta reflexión con algunas frases del salmo 80, que nos
sirva de oración durante la semana: “Dios
todopoderoso, regresa, por favor; mira atentamente desde el cielo y ten
consideración de esta vid, de la vid que tú mismo plantaste, del retoño que tú
mismo afirmaste. Destruye con tu furor a quienes la cortan y la queman; pero
ayuda al hombre que has escogido, al retoño de hombre que tú mismo afirmaste, y
nunca más nos apartaremos de ti. ¡Danos vida, y sólo a ti te invocaremos!”
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