VI DOMINGO DE PASCUA (Ciclo B)

 

“Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 15, 12)

Monteagudo 09 de mayo 2021


Las lecturas de este sexto domingo de pascua nos centran en el amor, como la base fundamental del creyente, y además Dios sigue apostando por esta historia de amor con nosotros sus hijos, por eso es de suma importancia que sigamos trabajando y luchando por el amor, que no se quede solo en teoría, sino que lo concretemos en el día a día de nuestra vida.

Todos estamos acostumbrados a hablar del amor, todos tenemos ese deseo de amar y ser amados, el amor es una de las palabras que más utilizamos y del tema que más se habla, pero algunas veces va perdiendo su contenido y sentido.  Las lecturas de hoy nos quieren recordar cual es el verdadero sentido del amor.

Sabemos que amar es difícil, sabemos que este programa de Dios para con nosotros se nos hace difícil.   Todo el que cree y se sienta amado por este Dios amor, tiene la certeza de que debe ser una réplica y un propagador de este amor, esto nos lleva a vivir felices y alegres nuestra vida de hijos de Dios. Nos lo dice el propio Jesús en el pasaje evangélico que acabamos de leer: “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a plenitud” (Jn 15, 11).

Una clave para vivir el amor es la caridad fraterna, en la primera lectura hay un caso concreto de esa actitud de tolerancia y universalismo. 

Los hechos de los apóstoles nos narran como esa familia pagana acepta la fe y se dan cuenta que el amor de Dios no hace acepción de personas, que no distingue entre naciones, lenguas y procedencias. En la vida, los creyentes tenemos que seguir apostando por este amor fraterno, que debemos siempre apostar por todos sin excepción, aunque no profesen nuestra misma fe, aceptar a los hermanos solo por amor, porque el amor de Dios está por encima de cualquier raza, color y religión.

La segunda lectura nos ofrece la definición de Dios, y nos dice: Dios es amor (1 Jn 4, 16). Un amor que se hace palpable en la entrega de su Hijo, y nos compromete a esto: amémonos unos a otros, ya que Dios es amor (1 Jn 4, 11).  Después nos recuerda que Dios nos amó primero y que ese amor suyo es gratuito: No es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y nos envió a su Hijo (1 Jn 4, 19). Dios espera de nosotros la misma repuesta, porque amor con amor se paga.

Queridos hermanos que nuestro amor sea auténtico, sincero, verdadero; cuando un amor es así, es capaz de no ser obstáculo para los demás, sino más bien puente para la reconciliación y el amor. De este amor saben muy bien los padres y las madres, hoy que recordamos, comercialmente hablando, a las madres en América, y todos los que entienden lo que es un auténtico amor: “nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.


Es la máxima renuncia a los propios caprichos, deseos e intereses personales. Con tal de hacer posible la felicidad del otro, quien ama está dispuesto a desapropiarse, es decir, a renunciar a uno mismo y al otro. Así es Dios, así lo hizo Jesús, así lo hizo María nuestra madre y todos los santos, así lo debemos hacer también nosotros. Y de ese modo, el auténtico amor se multiplica y crece, porque nos estamos alimentando de la verdadera fuente del amor, Dios.

 

 

 

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