DOMINGO I DE ADVIENTO (CICLO C)

 

Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.         

Monteagudo 28/11/2021

En este primer domingo de adviento, damos inicio o apertura a un nuevo año litúrgico. Una oportunidad más que nos da el Señor para poder comenzar de nuevo nuestro camino, nuestra peregrinación, que nos lleva a la casa de Dios.

Los textos de estos días nos van mostrando un clima de muchas catástrofes, son mensajes muy apocalípticos que nos dan miedo, mensajes que pareciera que ya llega el final del mundo, cuantas veces nos han dicho esto, que el mundo se va a terminar.

Todas esas cosas que nos dicen las lecturas de estos días del año litúrgico y al inicio del evangelio tienen el mismo tono, no están lejos de la realidad, ya que vivimos un tiempo de pandemia, terremotos y volcanes, las desigualdades, la corrupción por doquier.  Estas cosas nos dan miedo, nos dan inseguridades, y sentimos esa sensación que Dios nos ha olvidado, estamos viviendo esa noche oscura que llaman los místicos, pareciera que estamos viviendo un tiempo sin la luz de Dios.

Pero en medio de esa noche oscura, aparece la palabra de Dios, cuya palabra no pasa, como dice el mismo san Lucas: “…El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.”  La palabra de Dios, que nos da vida y esperanza.


Hoy el evangelio nos recuerda cuando estas cosas comiencen a suceder, no tengáis miedo, no os asustéis, más bien “levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”.  Nosotros como creyentes, como hijos de Dios, asumamos lo que hoy Lucas y Pablo nos recuerdan.  Lucas: “no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”, es decir,  que no se ponga nuestro corazón duro y estéril, cerrado en sí mismo, sino bien dispuesto para recibir la gracia de Dios y amor de los hermanos, que nos mantengamos vigilantes y de pie, es decir, estar atentos a las necesidades de los demás y la llegada de nuestro salvador; Pablo nos recuerda que vivamos de acuerdo al amor mutuo: “ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguir adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús”. Es decir, que nos presentemos santos e irreprochables al amor, ante Dios, ante esa venida del Señor que no sabemos ni el día ni la hora, por eso debemos estar vigilantes y despiertos, para que no nos pille dormidos o desapercibidos.


Con todo lo que acabamos de escuchar, la palabra de Dios nos anima a no estar tristes o cabizbajos, sino alegres y vigilantes, ya que nos fortalece para permanecer firmes en la vocación en la que hemos sido llamados, para ese día tan inminente que nos   ha de regalar el Señor. Esa certeza nos da ánimo, nos pone en pie. Si el evangelio de hoy nos lo tomáramos en serio, nos ayudaría a vivir con mucha esperanza, alegría y gozo las situaciones dramáticas de nuestra vida.  Así que ánimo, caminemos, la redención está cerca. ¡Miremos hacia arriba!

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO (B)

I DOMINGO DE ADVIENTO (C)

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)