DOMINGO III DE ADVIENTO (CICLO A)
“¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?”
Lima,
11 de diciembre de 2022
Hoy tercer domingo de adviento es el domingo de la alegría, Gaudete, que en latín quiere decir estén alegres.
Debemos estar alegres ya que el Señor cada vez está más cerca de nosotros, estemos alegres con el Señor.
El
profeta Isaías, nos trae un mensaje de alegría y de gozo, que vivamos con esa
esperanza que el Señor viene a nuestro encuentro, y todos aquellos momentos
duros y dramáticos de nuestra vida pasarán: “Se despegarán los ojos del
ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la
lengua del mudo cantará.
El
profeta nos presenta un momento de gozo de alegría para su pueblo, porque el
Señor ha venido a rescatarnos, ha venido a darnos vida, alegría y gozo, así que
nos es tiempo de estar tristes ni deprimidos, porque el Señor viene a
liberarnos de todas esas dolencias y sufrimientos.
El apóstol Santiago, nos invita a tener paciencia a esa venida del Señor, que no nos desesperemos. Algunas veces queremos que Dios nos salve “ya” de las cosas duras y difíciles de esta vida, pero debemos tener esa paciencia para que, el Señor cuando venga nos encuentre unidos, que vivamos como hermanos, que no estemos quejándonos de nuestros hermanos, sino que tengamos paciencia con ellos, así como Dios tiene paciencia con cada uno de nosotros, seremos salvados por esa paciencia que Dios nos tiene.
En
el evangelio tenemos la figura de Juan, unos de los personajes importantes de
este tiempo de adviento. Juan está muy
preocupado, porque la manera de actuar de Jesús, no era como él y sus paisanos
se lo habían imaginado, ya que esperaban un profeta que actuara de una forma
más violenta y que tomará las armas, pero la manera de Jesús de restaurar el
Reino es de otra forma.
Por
eso le manda decir Jesús a Juan: “los ciegos ven, y los inválidos andan; los
leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los
pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”.
Un Jesús muy distinto al que esperaba todo el pueblo Israel.
Pero
Jesús también valora el papel que ha jugado Juan en esta historia de amor de
Dios Padre, porque hace una alabanza para el profeta: “Os aseguro que no ha
nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en
el reino de los cielos es más grande que él.”
Qué bonita actitud de agradecimiento de parte de Jesús, por la actitud de aquel hombre que le preparó el camino para que él pudiera entrar en la historia. Así como Juan tenemos que ser nosotros, preparar el camino al Señor, para que otros, abriendo la puerta del corazón puedan conocer a Dios y puedan beneficiarse de la salvación.
Hermanos que en este tiempo de Adviento realmente revisemos nuestros ideales, convencimientos y nuestra esperanza de nuestro actuar con Dios, para que nuestra vida como creyentes sea como la de Jesús que viene curando, acogiendo, sanando y buscando con ternura a la oveja perdida, recibiendo de nuevo en casa al hijo impresentable que se alejó y derrochó todo lo que había recibido. Un Mesías que nace en un discreto establo. Un Mesías que pide permiso y ayuda a una doncella desconocida de Nazareth, es decir, una Mesías que no viene con grandes pretensiones, sino que viene a darnos gozo y alegría para la vida del mundo.
Que estemos alegres!
ResponderEliminarQue tú estés alegre lleno de su paz!!!
Un fuerte abrazo Wama querido