DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
JORNADA DE ORACIÓN POR LOS POBRES
“Aquí tienes
lo tuyo”
Lima 19 de noviembre de 2023
La palabra de Dios hoy nos invita a asumir nuestra responsabilidad, de que vivamos no con los brazos cruzados, ni en tinieblas como dice San Pablo en la segunda lectura, sino que vivamos como hijos de la luz, eso significa que no debemos enterrar los dones que el Señor nos ha dado a cada uno.
La
primera lectura nos presenta la figura de una mujer muy talentosa, es un
prototipo de aquellas personas que ponen al servicio de los demás los dones que
han recibido de Dios, en vista que son regalo, son dones, no hemos pagado ni un
centavo por ese don, nos toca darlo gratuitamente a los demás, la postura más
fácil y cómoda es guardarlo y no hacer nada con ese regalo. Pero una postura
como la de esta mujer del libro de los proverbios es difícil de encontrar, hoy
todavía se hace un poco más difícil; pero ella es un ejemplo admirable para los
hijos y el esposo, es una mujer trabajadora, incansable, además inteligente y
buena administradora de los bienes de Dios. Estos valores son los que
encontramos en ella, son regalos provenientes de Dios y que ella no se los ha
quedado para sí misma, sino que los ha utilizado para sus hijos y su esposo.
La segunda lectura, nos indica que vivir en oscuridad es sinónimo de esconder los talentos que Dios nos ha regalado, por eso san Pablo nos invita a no vivir en oscuridad, sino en la luz, porque somos hijos de la luz, pero no sabemos cuándo viene el ladrón ni tampoco sabemos cuándo viene el Hijo de Dios a pedirnos cuenta de nuestros talentos, debemos estar alertas y poner al servicio el don recibido. Así que no nos durmamos ni enterremos los talentos, sino estemos vigilantes y despejados.
En
el evangelio lo central es que, no debemos vivir con los brazos cruzados en
este mundo, todos somos responsables de la construcción del reino. El Señor a cada uno nos ha dado un talento,
nos toca descubrir ese don y ponerlo al servicio de los demás, no para provecho
nuestro, sino para provecho de la comunidad eclesial. Podemos decir hermanos
que Dios ya ha hecho su labor aquí en este mundo. Debemos colaborar con Dios, no pensemos que
todo lo puede Dios, porque es Dios, no, el necesita de nosotros, se vale de
nosotros, para eso nos da las virtudes o los dones para que ayudemos al mismo
Dios a construir su reino. Imaginemos que todos tomemos la misma actitud de
este hombre que escondió el único talento, le decimos al Señor: “aquí está lo tuyo”, y dejaríamos todo
en manos de Él, en realidad ya no podemos ver el actuar de Dios, porque todos
nos hemos encerrado en nosotros mismos. Dios va actuando en cada uno, siempre y cuando
descubramos ese don que Dios nos ha dado es para el servicio de la comunidad,
así que hermano te invito a que hagas tuyo este pensamiento: “haz las cosas
como si todo dependiera de ti y confía en Dios como si todo dependiera de él”.
Dios nos ha dejado en herencia talentos, y todo va a depender de cómo yo la administro: hay tres opciones, una ponerla a producir, la otra no hacer nada con ella, y la otra dejarla perder. Nos podemos preguntar en este momento ¿qué estoy haciendo con el don recibido de parte de Dios, qué actitud estoy tomando?, me lo he tomado en serio, o sigo con los brazos cruzados, o me dejo llevar por los miedos, que hacen que me paralice y no haga nada con el don recibido de Dios y que siga actuando con lo conocido con las cosas más seguras, y no soy capaz de vivir desde la novedad que me da el Espíritu. Todos sabemos, y nos lo ha recordado el papa Francisco que la novedad siempre nos da miedo, lo que más nos gusta es controlar todo, no dejamos el actuar de Dios.
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