DOMINGO IV DE CUARESMA (Ciclo B)

“La misericordia y el amor de Dios son muy grandes”

Lima, 10 de marzo 2024


Nos vamos acercando poco a poco para celebrar el gran misterio pascual: pasión, muerte y resurrección del Señor, y las lecturas de hoy nos iluminan esa historia de amor de Dios Padre con nosotros a pesar de nuestras infidelidades.  Historia cargada también de dramatismo, pero a pesar de esas infidelidades y dramatismo Dios nos salva, siempre triunfa el amor de Dios. 

En la primera lectura, en el segundo libro de las crónicas, vemos esa paciencia de Dios con nosotros, porque el pueblo va cometiendo infidelidades, alejándose de Dios, pero Él, por su bondad y su amor nos va enviando mensajeros, que nos iluminan y nos guían por el camino que debemos seguir. Qué grande es Dios con nosotros, como desea que nos adhiramos a Él. 


En la segunda lectura, Pablo nos recuerda que la misericordia y el amor de Dios son muy grandes, y que hemos sido salvados por pura gracia de Dios, por su generosidad, no necesita que hagamos nada, solo que nos reconozcamos pecadores, que volvamos a Él, que confiemos en Él, que nos dejemos salvar por Él.  Muchas veces queremos salvarnos a nosotros mismos, ese es el mayor pecado; queremos hacer méritos para merecernos este amor de Dios; lo único que tenemos que hacer es vivir como hijos en el Hijo.


A lo que nos invita san Pablo en este tiempo cuaresmal, es que nos hagamos un examen de conciencia, porque realmente ya hemos sido salvados por Dios.  Solo debemos creer esta gran verdad, Jesús ha venido a enseñarnos el camino, y el camino es dar la vida a Dios por medio de los demás hermanos.

En el evangelio hoy notamos que a los seres humanos nos gusta alejarnos de Dios, no queremos adherirnos a Él, porque siempre nos queremos hacer un Dios a nuestra semejanza que responda a mis expectativas, a un Dios que yo pueda controlar. A veces me puedo escandalizar con un Dios que se abaja, y que nos tiene mucha paciencia, ese Dios no entra en nuestra mentalidad, queremos controlar a Dios, y cuando Dios se nos hace presente por medio de su Hijos preferimos rechazarlo: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz (v. 19). Dios Padre, se hace semejante a nosotros, menos en el pecado por medio de su Hijo como luz del mundo. Y la luz de Cristo nos envuelve a todos, no viene solo para algunos y deja a un lado a otros, ha venido para todos, es decir, no deja a nadie indiferente.

Esa manera de actuar de Dios en nuestra vida nos escandaliza. Nos da miedo toparnos con el auténtico Dios, que verdaderamente llena nuestro corazón o nos pone entre la espada y la pared frente a nuestro egoísmo, soberbia u orgullo. Con Jesús no hay nada que quede escondido.


 Que este tiempo de cuaresma sea una oportunidad para encontramos con ese verdadero Dios que se abaja para salvarnos, que nos da a su único Hijo. Que seamos agradecidos por su amor y su misericordia; realmente seremos salvados por la paciencia de Dios, y su creatividad que tiene para darnos esa salvación.  No rechacemos esa presencia de Dios entre nosotros, que confiemos siempre en Él, que nos encontramos en buenas manos, que no necesitamos hacer nada para ganar su amor, Él se da gratuitamente y quiere amarnos así tal cual somos, solamente nos toca confiar, esperar y amarlo por medio del ser humano. 

Hermanos, Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.   Queda de nuestra parte si lo acogemos o lo rechazamos, nadie nos obliga, somos nosotros los que hemos de decidir, porque “la Luz ya ha venido al mundo”, o la tomamos o la dejamos.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO (B)

I DOMINGO DE ADVIENTO (C)

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)