DOMINGO DEL CORPUS CHRISTI (B)

  

“Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos.”

Chiclayo 2/0/2024

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Después de celebrar la Solemnidad de Dios uno yTrino, es decir, la Trinidad, hoy celebramos el Cuerpo y la Sangre de Cristo.  También es el día de la caridad, pasa igual como el jueves santo, que es día del amor fraterno, la celebración nos invita  a la solidaridad y la unidad entre nosotros; pero caemos en la tentación, quedarnos en lo ritual, en el misterio y en el milagro: en el ritual, porque sacamos a Jesús Eucaristía por toda la calle y vamos con mucho respeto y reverencia con nuestro Jesús alabándole a través de los cantos, que se merece eso y mucho mas siempre , no solo ese día, y esto no nos debe alejar de las necesidades de los demás.

En la primera lectura, vemos como el pueblo respondía a Moisés: “haremos lo que Dios diga”.  Estaban dispuestos a hacer la voluntad de Dios, pero conocemos la historia del pueblo de Israel que se apartaba cada vez más de Él, Dios buscaba siempre la manera de llevarlo de vuelta hacia Él, y por eso fue realizando diversas alianzas para que el pueblo se diera cuenta de que Dios es fiel a su alianza.  

Nosotros somos de dura cerviz, cabeza dura, somos infieles, pero Dios a pesar de cómo somos, permanece siempre fiel al pacto, a la alianza. Dios busca o intenta siempre recordarnos esa alianza, de renovar esa alianza, de avivar esa alianza, y de esto nos damos cuenta en toda la historia de la salvación. La alianza que realizaba Dios con su pueblo antiguamente era utilizando animales, machos cabríos, para que la sangre fuera rociada y así sellar el pacto, la sangre es lo visible de esta alianza, en cambio, en el nuevo testamento Dios ya no quiere hacer una alianza con machos cabríos, sino que entrega a su propio Hijo, totalmente, para que esa sangre derramada en la cruz por Jesús, sea una alianza nueva y eterna.

La segunda parte, es el compromiso, que es la respuesta de todos ante esta alianza que ha hecho Dios con nosotros, tenemos que responder en libertad, siendo hijos, pero también siendo comprometidos con el pueblo de Dios. 

Jesús nos dice: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes, hagan esto en memoria mía” y también nos dice: “Esta es mi sangre” derramada por cada uno de nosotros. La Eucaristía que celebramos siempre, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, no se puede reducir a un mero rito, a una tradición, sino que nos tiene que llevar a un compromiso total con Dios y con su pueblo.  Cuando Jesús dice: “Hagan esto en memoria mía”, es para que yo también entregue mi cuerpo, mi vida, mi ser a los demás, para que yo sea también otro pan partido, otra sangre derramada, para que podamos también ser uno, como Dios y Jesús y el Espíritu son uno. 

Si nosotros no somos capaces de darnos, de entregarnos, de derramar la sangre por los demás, entonces ¿Qué hacemos en este mundo?, el pacto sellado con Dios no tendría sentido.  Por eso hoy por hoy, y más que nunca deberíamos ser otros cristos entregando nuestra vida y derramando nuestra sangre por los demás.  Ojalá que asumamos todos este compromiso para que esta alianza nueva y eterna que el Señor nos ha dado, que ha sellado con nosotros pueda tener sentido, tanto en lo teologal, espiritual y en lo social.  Como dice nuestro padre San Agustín: “eres lo que comulgas, si comulgas el cuerpo de Cristo, eres otro Cristo” dando y derramando la sangre por todos los hermanos que nos rodean.

En otras palabras, comer a Jesús, que es pan, es hacerse uno con Él, dejar que su vida corra por nuestras venas; dejarle que ore en nosotros; amar y consolar con nuestro corazón y nuestras manos; ir por los mismos caminos por donde Él gustaba meterse; mirar con sus ojos limpios a los hombres; experimentar con Él que las cosas no dan la felicidad y que los pobres y despojados por amor estarán más cerca de Dios y de los hombres.

En definitiva, que después de salir de esta Eucaristía,hagamos esa procesión del Corpus a nuestros hogares para que los que no han venido se puedan beneficiar de esa presencia real de Dios entre nosotros. 

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