DOMINGO XI DEL TIEMPO ORDINARIO (B)

Que nos sintamos plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios

Lima, 1de junio de 2024

 


Este domingo, tanto en la primera lectura como en el evangelio la liturgia de la palabra nos presenta la figura del agricultor, que sería Dios o el árbol, o la semilla que somos cada uno de nosotros.   Desdeestas imágenes podemos destacar primero, que el Reino de Dios comienza desde adentro de lo más profundo, y segundo, quien siembra tiene paciencia y esperanza.  

En cuanto al Reino de Dios que comienza de lo más profundo, desde lo más sencillo, desde lo más pequeño, lo más simple, encontramos la figura de la semilla, pequeña e insignificante, que se siembra, pero tiene que profundizar, penetrar en la tierra, morir a sí misma y luego ir creciendo para dar fruto, y no solo fruto, sino también acogida a diversas aves del cielo.  


Así como la semilla, tiene que ser también nuestra vida como bautizados, que es algo grande y maravilloso, pero no pretendamos que nuestra vida cristiana sea algo llamativa, sino debe ser humilde y sencilla como la semilla, que para poder crecer y dar fruto necesita entrar en profundidad en la tierra y ahí morir para germinar y pueda dar fruto abundante. Asimismo, nos toca morir a nosotros mismos, ser sencillos, humildes, simples.  Que nuestra vida pueda ser como ese árbol, acogedor, para que puedan llegar a nosotros otras personas y puedan encontrar en nosotros, una vida abierta, acogedora, puedan encontrar esperanza, cercanía, cobijo, consuelo, seguridad, así como los pájaros se sienten seguros en el árbol.


El sembrador no siembra por sembrar, tiene esa paciencia y confianza que lo que ha sembrado va a germinar, dará vida y fruto, así también es nuestra vida. Nosotros somos semillas de Dios, Él es el agricultor, también tiene esa esperanza y paciencia con nosotros, tiene esa confianza, y espera que nosotros sus hijos, que somos sus semillas, demos frutos, y nosotros también tener la esperanza y paciencia de los frutos que vamos sembrando.  

No pretendamos cosechar de la noche a la mañana lo que vamos sembrando en nuestra vida.  Muchas veces aceleramos el proceso de Dios, queremos asumir el rol de Dios, sin embargo, Dios es paciente y esperanzador; nosotros si sembramos amor, cercanía, ternura, cariño, apertura, diálogo, perdón, queremos ver los frutos de inmediato, y no; debemos ser como ese agricultor que es Jesús, que espera con paciencia, con ternura. Todos estamos abiertos a la vida, a la acogida, al encuentro y cercanía, y vamos a dar fruto, ¿Cómo, cuándo y dónde?  no lo sabemos, solo nos toca esperar Esa es la tarea del creyente. Trabajar y confiar, obrar como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende de Dios.

Comentarios

  1. Dios Espíritu Santo me sembró , soy su semilla, él tiene esperanza, confianza y espera que de buenos frutos. Y, lo comprendo. Por eso le pido, que cada día me cultive y me haga dócil a su siembra 🌹.

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