XIX DOMINGO ORDINARIO (B)


Yo soy el pan de la vida

Lima 11/08/2024

Lo central de la palabra de Dios de nuevo es el PAN, alimento que no debe faltar en ninguna mesa, en ninguna familia, sin embargo, hay hogares todavía que no tienen qué comer, aunque sea un trozo de pan. 

Somos hijos de Dios por el bautismo, y Él como Padre nunca se olvida de sus hijos; Él siempre nos va a dar alimento de vida, nos va a socorrer con el pan necesario. Él estará siempre atento a las necesidades de sus hijos; todos estos detalles de Dios Padre los quiere destacar la liturgia de la palabra de hoy.

En la primera lectura vemos como el Ángel le dice a Elías: ¡Levántate, come! Elías se levantó, comió y bebió y, con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios. 

El Señor constantemente nos alimenta, no solo con el Pan de la Eucaristía, sino que también con el Pan de la Palabra, las que nos dan la fuerza, así como a Elías, para seguir el camino, porque el camino es superior a nuestras fuerzas y sin el Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico no podemos seguir avanzando hacia Dios.


En segundo lugar, vemos en el salmo: Gustad y ved qué bueno es el Señor”. El salmo 33 nos invita a gustar la bondad del Señor. El salmista nos cuenta su experiencia: invocó al Señor, y Dios se inclinó hacia él, le escuchó, y respondiéndole le libró de todas sus ansias, de todos sus males y angustias.

En la segunda lectura, san Pablo nos invita hoy a no poner triste al Espíritu, sino que vivamos con gozo, con alegría nuestra vida cristiana. Si comemos y bebemos el mismo cáliz, tiene que brotar en nosotros la alegría plena, como dice el dicho popular, barriga llena, corazón contento.  Que nos alegremos en el Señor por regalarnossu pan que nos da vida, y nosotros también seamos generosos amando a los demás, entregándonos como oblación, como ofrenda, como victima de suave olor, que olamos a pan suave, rico y sabroso para alimento de los demás. 


En el evangelio Jesús se presenta como el verdadero pan de vida: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. No podemos confundir con cualquier fuente de vida. En Jesús podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que vienen del mismo Dios Padre, el Creador de la vida, dador de vida. Jesús es el pan de la vida, danos, Señor siempre de ese pan para que podamos caminar y seguir hasta la plenitud de la vida.


Finalizar esta reflexión, con una pregunta: ¿Para qué nos alimentamos de este pan, la Eucaristía? Nos alimentamos para que siendo auténticos hijos de Dios, con el mismo cuerpo del Hijo de Dios podamos actuar como nos plantea san Pablo en la segunda lectura, dichos consejos concretos que da San Pablo a los primeros cristianos de Éfeso siguen siendo hoy tan válidos para nosotros, porque comulgar, comer el pan de vida bajado del cielo, nos tiene que llevar a compromisos serios y concretos ; literalmente san Pablo nos dice:  “desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo”. Más resumido y mejor no se puede decir.

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