DOMINGO VI DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”. (Sal 1)

Lima, 16 de febrero de 2025


Las lecturas de este domingo, iluminan con particular intensidad, hondas preocupaciones que dan vueltas en nuestro interior, los que confían en el Señor y los que no confían en Él, sino en sí mismos, pero también en los malvados y en los buenos. La pregunta que nos podemos hacer ¿En quién confío?: ¿En Dios o en mí mismo, donde me ubico en los bienaventurados o en los malvados?

¿Quiénes son los dichosos o los benditos o los bienaventurados?  Son todos aquellos que ponen su confianza en el Señor.  Esos mismos son los que luchan por la paz, por la justicia, incluso los que sufren de hambre. Entonces, ¿vale la pena sufrir de hambre para poder ser feliz?, pues no, son todos aquellos que, a pesar de su situación social, no han perdido la confianza en el Señor, aquellos que a pesar de vivir como viven, ahí están amando y creyendo en el único Dios, todo siempre es por causa del reino o por Jesús.  Las cosas si las hacemos desde la fe tienen mucho más sentido, por eso somos bienaventurados, porque tiene una causa justa el sufrir, llorar o pasar hambre.


Estos bienaventurados son aquellos que viven como ese árbol que dice el salmista: plantado al borde de la acequia, siempre está unido a la fuente que le da vida. Pues así son muchos hombres y mujeres que viven en unidad a Dios, aunque estén viviendo un momento dramático en su vida, pero no se desligan de Dios, de la fuente de la vida, siguen confiando en Él.

¡Ah! ¿quiénes son los malditos que nos cita el profeta Jeremías? Son todos los que han puesto la confianza en sí mismos, en el poder y en el dinero, y que no quieren saber nada de Dios. El Señor no critica la riqueza, lo que critica es la manera de cómo el ser humano la maneja, que se olvida de Dios y del prójimo que es mucho más doloroso, por eso el Señor Jesús se queja y dice: ¡Ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo". “¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.”

Realmente cuando ponemos la confianza en nosotros mismos o en el dios dinero, no somos felices, sino que vivimos muy preocupados en estas cosas, que no nos dejan libres y no nos dejan ser felices.  En este sentido los pobres son más felices, pues no tienen tantas preocupaciones en su cabeza y viven con lo que realmente es necesario, por eso hermanos demostrémonos a nosotros mismos que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita, que solo Dios bastaquien Dios tiene, nada le falta.

Definitivamente el evangelio, sobre todo las bienaventuranzas es una propuesta del Señor para todos, queda de parte nuestra, si realmente queremos asumir este estilo de vida, vuelvo a repetir, no está condenando la riqueza, sino que condena la injustica que podemos cometer por culpa del dinero y por confiar solamente en nosotros y no en Dios. Es un camino diferente para alcanzar la felicidad. De verdad que es un proyecto de vida que tiene como ejes centrales los valores profundos del ser y del servicio, y que utiliza los bienes materiales, tanto cuanto se necesiten para llevar una vida digna y siendo solidarios con los más necesitados.


Que hoy no nos miremos a nosotros mismos, sino que, ampliemos el horizonte, dándonos cuenta de las necesidades de los demás, es lo quiere el Señor y no te dice que no seas rico, sino "ay de aquel que ha puesto su confianza en sí mismo y el dinero, y no ha puesto su confianza en el Señor, será como esa paja que se lleva el viento, es decir, personas superficiales que les encanta vivir solo de la apariencia y no desde la humildad. 

 

 

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