DOMINGO VII DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 37)

Lima, 23 de febrero de 2025


En este domingo podríamos centrar la lectura en el amor, pero un amor que va a todos, de un modo especial a los enemigos, algo que realmente nos cuesta, un amor, como dice san Agustín: Amar sin medida. 

Como estamos hablando de amor, un hecho o un gesto concreto es el de la primera lectura, un David que ha tenido la oportunidad de quitarse de en medio a Saúl, la relación de estos dos personajes ha sido muy conflictiva.  David pudo coger las armas, acabar con él, pero gracias a ese temor a Dios ha respetado la vida del rey, es que realmente David, tenía conciencia del amor y el temor a Dios, que lo llamó para un propósito, el de guiar a su pueblo


Podríamos decir que hoy por falta de ese temor a Dios, la vida del otro no nos importa, por eso vivimos en un tiempo de guerra fraccionada, en trozos, como dice el papa Francisco, actualmente estamos en un momento de tensión porque puede estallar una tercera guerra: ¿esto es culpa de quién? ¿de Dios, o de nosotros mismos? Por falta de ese mismo temor de Dios es que estamos divididos y queremos coger las armas para acabar con nuestros enemigos, ¿y dónde queda la fraternidad?, ¿dónde queda el amor de Dios al hermano?

         

Muchas veces para poder amar a Dios y a los enemigos nos tenemos que adherir más a la fuente del amor de Dios.   Si nos fijamos en san Pablo, él nos destaca que hay dos realidades que son propias del hombre y realmente no podemos cambiar: una parte es carne y la otra es espíritu.  Podemos decir que no existe un hombre puramente santo o pecador, tenemos esas dos realidades, y es tarea de cada uno de nosotros ser esa misma imagen de Dios con su bondad y su amor con los hombres, la medida es Cristo, es Jesús que nos pone el listón más alto hasta dónde debemos llegar como hijos de Dios.  Que podamos ser uno como el Padre Dios es uno, esa es la medida, que podamos ser otros cristos, que seamos capaces de ser totalmente santos, como nuestro Padre es Santo.

Jesús nos dice o nos concreta cómo debemos de actuar realmente con todos, no con los que nos aman nada más, sino con los enemigos.  Jesús mismo nos dice al final de su muerte: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, en este momento está acabando con su vida, él no toma las armas, sino que su única arma es el amor, porque sabe que esos hombres son hijos de Dios, y que son también sus hermanos.


Hermanos, hoy nos cuesta vivir como hermanos, vivimos en una sociedad muy violenta y conflictiva, a nosotros como creyentes estas cosas nos tienen que hacer pensar, porqué tanta tensión y conflictos entre nosotros.  Que tampoco perdamos esta perspectiva de creyentes, para que vivamos bajo ese temor a Dios, para que nos podamos amar de verdad como hermanos, no como enemigos, al vernos como enemigos es que no estamos viendo al otro como hijo de Dios, y eso es lo que nos lleva a vernos como enemigos, extraños, y en vez de amarnos unos a otros, lo que hacemos es odiarnos unos a otros. 


Quiero concluir esta reflexión con algunas palabras del Papa Francisco: «… me duele tanto comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos? (EG100).

Comentarios

Entradas populares de este blog

DOMINGO XII TIEMPO ORDINARIO (B)

I DOMINGO DE ADVIENTO (C)

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO (B)