IV DOMINGO DE PASCUA (b)

 

“Somos pastores, no funcionarios”

Monteagudo 25 de abril 2021

Es este cuarto domingo pascual celebramos la jornada mundial por las vocaciones, y el evangelio nos presenta la figura del buen pastor. Una figura que tiene un doble movimiento: el primero es para recordarnos que el Señor Jesús es el buen pastor y que siempre es capaz de dar la vida por sus ovejas, que somos cada uno de nosotros; y el segundo es para hacernos caer en la cuenta que también nosotros podemos ser buenos pastores con el cuidado de ese pequeño rebaño que el Señor nos ha puesto en las manos.

El primer movimiento, es Jesús como figura de buen pastor.  El evangelio de hoy quiere destacar la bondad del pastor, “Yo soy el buen pastor”, porque de fondo debe haber pastores malos, que no son capaces de tratar bien el rebaño, por eso Jesús se presenta como ese buen pastor.

El buen pastor da su vida por las ovejas (v.11). Jesús es capaz de dar su vida por sus ovejas, y lo hace solamente porque las ama, aquí está la clave de ese buen pastor, que no tiene miedo de arriesgar su vida por sus ovejas, los malos pastores en cambio, ven al lobo y ellos se marchan abandonando a sus ovejas, Jesús, nuestro único pastor no es capaz de eso.

El mal pastor, el que está solo por el salario y no por vocación, ante las dificultades, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas (vv.12-13); en definitiva, sólo le importa su propio interés.

Asimismo, Jesús, como Buen Pastor, dice el texto, que conoce a sus ovejas, las llama por su nombre, y conocer es sinónimo de amar, de intimar, de una relación profunda, no superficial, es decir, que Jesús es el único que conoce nuestra historia, nuestras heridas, nuestros defectos, en una palabra, nuestro corazón.

El Buen Pastor se ve reflejado en la segunda lectura donde san Juan nos recuerda que somos los hijos amados de Dios: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!... Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando Jesús, nuestro único pastor se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es, y nos reunirá en un mismo rebaño a todos sus hijos (ovejas).

Igualmente, Jesús como Buen pastor, no excluye a nadie, él dice que hay otras ovejas a las que él tiene que acudir, es decir, Jesús congrega, convoca, acepta las diferencias y las unifica.

En el segundo movimiento nos compete a nosotros, todos los que creemos en Jesús, debemos de seguir sus huellas, actuando como auténticos pastores con el pequeño rebaño que el Señor nos ha encomendado, como padres de familia, como profesores, como catequistas, como animadores de comunidad, como sacerdotes, religiosos, cada uno cumple una misión como pastor y tendremos que tener esos mismos sentimientos de Jesús nuestro modelo de pastor.  Muchas veces podemos entrar en el grupo de los malos pastores, así que nos toca cuidar ese pequeño rebaño, conocerlo, comenzando por su nombre, que no nos pase como un misionero que fue a un lugar de misión, estaba desarrollando una catequesis sobre la imagen de Dios. “A ver, Luisa, ¿Quién es Dios para ti?”. Y Luisa balbuceaba algunas cosas. “José, ¿Cómo ves tú a Dios?”.  Y José decía lo que podía. En eso, entra en la sala un hombre de color y el misionero le pregunta: “Oye tú, el que acabas de entrar, ¿Quién crees que es Dios?”. El negro, sin titubear, responde: “Un padre muy bueno que no se olvida del nombre de sus hijos”. Sin comentarios.

Así nos puede pasar a nosotros, que somos pastores, reduciendo nuestro ministerio solamente en cumplir funciones y no somos capaces de conectar de corazón a corazón con el pequeño rebaño que nos han encomendado la comunidad eclesial por medio del Espíritu Santo. 

Que Jesús, el buen pastor nos ayude y nos ilumine siempre a llevar nuestro rebaño a seguir sus huellas.

 

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