DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 

Yo soy el pan de la vida (Jn 6,48).

Monteagudo 08 de agosto de 2021

Hoy podríamos hacer realidad esas palabras que hemos repetido varias veces en el salmo: Gustad y ved que bueno es el Señor.


Así es Nuestro Dios, es bueno, es bondadoso con todas sus criaturas, es tan bueno que siempre se hace cercano, asequible a nuestra vida, nunca nos deja solos; su empeño, su esfuerzo para salvarnos se palpa de nuevo hoy.

En la primera lectura vemos a un Elías, rebotado por la vida, hasta podríamos decir usando el término actual, deprimido, sin ganas de vivir, esa forma de confrontarse con la vida, con sí mismo. Pero en esa situación deprimente, surge la presencia salvadora por medio de un enviado por Dios, un ángel. Este ángel viene con un mensaje especifico: come, levántate y ponte en camino. Así es nuestro Dios, nos manda a comer y a levantarnos a no quedarnos hundidos en nuestra tristeza, en nuestra autoestima baja, incluso en nuestra mediocridad y en nuestra pereza, debemos ponernos en marcha, no nos podemos quedar anclados en todas estas cosas que nos paralizan y no nos dejan ir hacia adelante.

Al igual que nos dice san Pablo, no pongamos triste al Espíritu santo, por culpa de nuestra mediocridad, por nuestra falta de ánimo, ponemos el Espíritu de Dios triste y paralizamos nosotros mismos la vida, porque donde está el Espíritu de Dios vivo, ahí hay libertad. Para eso debemos desterrar de nosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la maldad, que guiados por ese mismo Espíritu podamos ser comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo; en realidad tenemos que ser buenos imitadores de Dios, si intentamos vivir así, las personas pueden decir de nosotros, mirad que buena es esa persona, es como un pan con ojo, expresión, que nos dice que somos buenos, este es más bueno que el pan.

En el evangelio hoy nos vuelve a salir la expresión del pan de vida, alimento para el camino como le ha pasado a Elías, y que para nosotros ese pan de vida es la palabra y es también el pan eucarístico, para que nos podamos alimentar y ponernos en camino a la vida plena con Dios.  Pero no solo es comer y quedarnos ahí paralizados, es para que podamos seguir la misión, ser cada uno ese pan de vida para los demás, que nunca falten en nuestras comunidades personas entregadas y generosas para los demás.


El evangelio de hoy nos recuerda que todos serán discípulos, no podemos reducir el grupo de los discípulos a aquel grupo cercano a Jesús, sino que el radio se amplía y llega hasta nosotros, eso nos tiene que llamar la atención hoy, porque tenemos la responsabilidad de ser pan para los demás, donándonos, pero para ello tenemos que pasar por el amasado y por el horno, para que el pan tenga sabor, frescura y alimente.

Ojalá que hoy todos como discípulos digamos como el Maestro: “Yo soy el pan de vida”, y digamos este es mi cuerpo que se entrega. Que nosotros vayamos a darle de comer con nuestra vida a aquellos hombres y mujeres que están hambrientos de la palabra de Dios y hambrientos del auténtico pan bajado de cielo, que da vida y vida en abundancia, porque realmente es un mandato de Jesús en otro pasaje: “dadle vosotros de comer”.


Finalizo parafraseando el salmo, “gustad, ved y comed que bueno es el Señor”, con nosotros los hombres, que, a pesar de nuestra pérdida de fe, esperanza e ilusión, él siempre va a salir a nuestro encuentro para alimentarnos de su amor y su ternura, para podernos nosotros animar y seguir peregrinando hasta encontrarnos con Él, cara a cara, solo el que peregrina se cansa, pero ahí estará siempre Dios para darnos el pan y el agua necesaria para llegar hasta la meta.  Así como le dijo a Elías nos lo dice hoy a nosotros: el camino es superior a sus fuerzas.

 

Comentarios

  1. Señor que seamos pan para los demás. Gracias Wilmer
    Un abrazo 🙏🏽

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