DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B)

 

El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed

(Jn 6, 24-35)

Monteagudo 01 de agosto de 2021

Las lecturas de hoy nos van a recordar que no busquemos a Dios solamente cuando realmente lo necesitamos, sino que debemos acudir a Él, todos los días, ya que es nuestro Dios, cuando buscamos a Dios por necesidad, ya no buscamos a ese Dios que se da, que se parte como pan auténtico o verdadero en nuestra vida.

En la primera lectura vemos a ese pueblo de Israel, que también somos nosotros como nuevo pueblo de Dios, quejarse de Dios, porque lo ha sacado de la esclavitud, pero los está haciendo padecer de hambre en el desierto, prefieren volver donde estaban que ahí tenían algo que comer.  Muchas veces la novedad, lo nuevo, nos da miedo, preferimos estar anclados en lo conocido, en lo que ya sabemos, a lo que estamos acostumbrados, y cuando nos toca padecer por cualquier circunstancia ya queremos echar atrás y volver a lo conocido.

Así como el pueblo de Israel, nos pasa hoy a nosotros el nuevo Israel, la Iglesia, preferimos quedarnos en las cosas que nos dan seguridad.  Cuando Dios nos mueve a ir a Él, no por necesidad, sino como Don que se da, como Padre que se dona, muchas veces preferimos buscar ese Dios que nos sacie de nuestras necesidades básicas, que cuando no las tenemos le culpamos a Él, es mejor seguir viviendo en la esclavitud, del pecado.


En la segunda lectura, san Pablo nos invita al nuevo Israel a que nos despojemos, que busquemos la libertad, la verdad: “En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad”. Es un gran reto para todos, dejar esa vieja condición y vivir como nuevas creaturas, es decir, como hijos de Dios, no como esclavos anclados en el pasado.

Y en el evangelio, Jesús le echa en cara a la gente de su tiempo, y ahí estamos incluidos nosotros, que siempre buscamos a los milagros y no a Dios, en cuanto hemos conseguido lo que nos hacía falta, ya no buscamos a Dios.  Jesús nos dice que no lo busquemos para llenar solo el estómago, sino que lo busquemos para iniciar un camino con Él y seguirlo a Él.  Él ha venido a mostrarnos el camino, y cómo debemos de vivir como hijos de Dios, pero solo le buscamos por necesidad y no como regalo, como Don de Dios Padre para nosotros. Es Dios el verdadero pan del cielo, y quien nos da la plena libertad.


Queridos hermanos, no busquemos los milagros de Dios, busquemos el Dios de los milagros, que cuando buscamos al verdadero Dios en nuestras vidas, vienen milagros tras milagros, porque Dios nos ha liberado por medio de su Hijo, ahora nos toca cambiar el chip, cambiar nuestra vieja condición para ser nuevas criaturas libres en el Hijo. Desde hoy comencemos nuestro éxodo, salir de la esclavitud y vayamos a la tierra prometida que mana leche y miel, donde hay fraternidad, solidaridad y justicia entre nosotros, pasemos de la muerte a la vida, para que caminemos libres y en la verdad de los hijos de Dios.

 

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