DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)

 Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz (Is 66, 10-14c)

Monteagudo 03/07/22

           


El domingo pasado destacamos el llamado de Dios a todos los hombres, un llamado a la libertad, para ponernos en camino hacia Jerusalén, y para que podamos colaborar con Él, en esta acción salvífica, Dios llama, el hombre con su libertad responde, y Dios con su amor infinito le da una misión.

            El Señor en su palabra de hoy nos invita a ver la forma de asumir esta misión, de   cuál es el mensaje principal que debemos llevar los discípulos misioneros del Señor, de cómo debemos capacitarnos y ponernos en camino hacia aquellos hombres y mujeres que no han experimentado la salvación de Dios.   Nos envía a todos los hombres de buena voluntad, nos envía con ese realismo de que la mies es mucha y los operarios son pocos, Dios nos quiere y nos anima a que seamos uno con él, para que seamos pregoneros de la Buena Noticia.

            La primera cosa que nos dice el Señor es: ¡Poneos en camino! Es decir, que no nos quedemos anclados, estáticos, sino que nos pongamos en marcha, así como Él el domingo pasado se puso en camino para ir a Jerusalén, para arriesgar su vida, así nos dice hoy a nosotros poneros en camino, marchar, peregrinar a dar esa Noticia.

En segundo lugar, nos dice: “Mirad que os envío como corderos en medio de lobos”. El Señor ya nos pone en alerta para decirnos que la misión no es fácil, que nos manda en medio de lobos, que, a la hora de ir a anunciar la palabra de Dios, nos vamos a encontrar con personas que no quieren escuchar y otras que seguro, tomaran una postura indiferente, que no les importa el mensaje, así que nosotros debemos mantenernos fieles, a pesar que nos encontremos con detractores del evangelio.


En tercer lugar, nos invitar a ir ligeros de equipaje: “No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias”; el Señor nos manda a llevar la buena noticia con toda sobriedad posible, para que el camino se nos haga fácil de andar, no poner más peso en este largo camino, sino ir con lo necesario, y lo más necesario es nuestra vida,  nuestra libertad y voluntad, dejarlo todo para seguirle a Él y sobre todo ir a aquellos lugares que pensaba ir Él.

Y, por último, nos pide, por favor: no saludéis a nadie por el camino. Con esta frase podríamos decir, que mal educado es Jesús, no quiere que saludemos a nadie, no se refiere a eso, lo que nos dice es que no nos distraigamos en el camino, porque en el tiempo de Jesús saludar a la familia era un rito que duraba mucho tiempo.  Dios no quiere que nos distraigamos en el camino, que lo urgente es el Reino y tiene que llegar a todos, por eso hay que ir con prisa a anunciar la buena noticia, además los obreros son pocos y la viña es muy grande.

 


Dios nos pide que colaboremos en su Reino, además nos dice, mira lo que hagamos juntos, no busquemos el triunfalismo, no busquemos grandes resultados, porque nos encanta salir a relucir nuestras acciones pastorales, y nos encantan los números y los buenos resultados, Jesús hoy nos dice, ni hablar, no estéis felices por eso, estad más bien alegres porque vuestros nombres están escritos en el libro de la vida, nuestros nombres están tatuados en las manos de Dios en el corazón del mismo Dios, porque hemos sido simples obreros, que hemos hecho lo que hemos podido hacer en consonancia con el Espíritu de Dios.

Para cerrar esta reflexión nos quedamos con el mensaje que quiere Dios que anunciemos, y es la paz, debemos ser verdaderos mensajeros que llevan la paz, tenemos que ser instrumentos de paz, debemos ser pregoneros de esa paz, que no es como la que da el mundo, sino como la da Dios. El discípulo misionero conoce cuánta paz falta en la convivencia humana, cuánta paz falta en muchísimos corazones, cuánta agresividad hay en nuestro lenguaje y actitudes. Reconciliar, tender puentes, huir de radicalismos y fanatismos, para que podamos juntos construir un mundo nuevo lleno de paz, amor y fraternidad.

 

 

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