DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)
“Orar siempre sin
desanimarse.”
Monteagudo, 16 de octubre de 2022
La palabra de Dios en este domingo
nos invita a la oración, orar con confianza y además con perseverancia.
En la primera lectura, nos damos cuenta cómo nuestra oración, puede ayudar a otras personas, por eso la llamamos oración de intercesión, cada uno de nosotros a la hora de dirigirse a Dios, se puede dirigir en nombre propio o pedir por la necesidad de una persona o un pueblo.
Ahí vemos cómo Moisés se dirigía a
Dios, por medio de la oración y con los brazos abiertos para que su pueblo
pudiera ganar la lucha. Con este gesto podemos sacar varios elementos que nos
ayudan a orar a nuestro Padre Dios: uno de ellos es la perseverancia, el
segundo la postura del cuerpo y el tercero la ayuda de los demás, no podemos
orar solos, necesitamos para perseverar a nuestros hermanos, y herramientas que
nos ayuden a comunicarnos con Dios.
Otras de las herramientas que nos da
para comunicarnos con Dios es la palabra de Dios: en el salmo vemos ese
cuestionamiento del salmista: ¿de dónde
me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la
tierra. El salmista se cuestiona, pero confía que el auxilio solamente
proviene de Dios, por eso cuando nos acercamos día a día a los salmos, ellos
nos ayudan también a tener un acercamiento con nuestro padre Dios. Siempre
estamos necesitados de acudir a Dios, para podernos encontrar con Él y poder
dialogar con Él.
Al escuchar la palabra de Dios
tenemos que abrir nuestro corazón y orar con la misma palabra. En la segunda lectura, Pablo nos dice que la
palabra de Dios te sirve de espejo, porque allí es donde te vas a encontrar
contigo mismo y con el mismo Dios: “Toda
Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para
corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto
y esté preparado para toda obra buena”. Es muy útil para enseñar,
cuestionar, para formar la conciencia y el corazón humano, pero esto se hace a
través de una lectura orante de la palabra.
En el evangelio, hay un modelo hermoso de oración, encontramos la figura de una mujer viuda, es decir, muy necesitada de alguien que la pueda socorrer, y ella se fía del que más tiene, en este caso, quien más tiene es Dios, somos mendigos de Dios, tenemos que fiarnos siempre de Dios. Esta pobre viuda ha encontrado lo que quería por su perseverancia, por su fidelidad a la hora de mendigar.
Nosotros cuando acudimos a Dios,
queremos rápidos resultados, y si no lo conseguimos nos damos por vencidos y ya
dejamos de pedirle o de cuestionar a Dios, porque no me ha dado lo que yo
quería.
A la hora de acudir a Dios y oramos
¿qué le pedimos?, seguro son cosas más materiales y cosas que sean para mí
provecho, pero dejamos a un lado ese acudir a Dios para agradecerle también.
En definitiva, hermanos, la oración es muy importante para nuestra vida, ya que con ella podemos conversar con Dios en lo secreto de nuestro corazón. Lo que nos falta es perseverancia, fidelidad en las decisiones que hemos tomado para tener ese rato con Dios, herramientas o métodos para iniciar un camino de oración, tomar la palabra y que ella me sirva de espejo, para con ella hacer una lectura orante de la palabra y que mi corazón vaya cambiando siendo una criatura nueva, hacer una oración pobre y humilde y además, no puede ser egoísta, sino que también debemos orar por los demás.
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