DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO (Ciclo C)

 

“El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.”

Monteagudo, 30 de octubre de 2022

Las lecturas de hoy están centradas en la misericordia y la bondad de Dios para con nosotros, ya que Él por este amor nos quiere salvar a todos, sin excepciones.

En la primera lectura en el libro de la sabiduría, el Señor nos habla de una manera pedagógica para que nos demos cuenta que Él no nos aniquila, no nos elimina, sino que nos va corrigiendo para que podamos alcanzar la salvación: “Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor”.

La conversión está ahí, que nos demos cuenta que hemos pecado, que somos pecadores, que necesitamos volver a Dios Padre, para que nos perdone y nos pueda convertir en hijos libres y podamos alcanzar su amor y su misericordia.

En la segunda lectura, san Pablo ora por su comunidad para que sean dignos a la vocación del Señor, la vocación de hijos de Dios, coherederos del Hijo, para que sigamos siendo hijos en el Hijo; que no perdamos la cabeza y que no nos alarmemos por cualquier situación, sino que sigamos confiando en este Dios misericordioso que no condena, sino que nos va salvando en cualquier circunstancia de la vida.

En el evangelio de hoy, la salvación de Dios se nota más fácil, porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido, dice Jesús, que para eso ha venido, para salvarnos.

Para llegar a la salvación, necesitamos provocar un encuentro con el Señor de forma personal, y nosotros mismos debemos de buscar ese medio para encontrarnos con Él.  Zaqueo era un hombre pequeño de estatura y realmente quería ver a Jesús y ha buscado las mil formas para poderse encontrarse con Él, lo ha logrado y Jesús lo invita a sentarse con Él a comer juntos, así tienen que ser los encuentros con Jesús.


Pero no solamente es tener una reunión o un encuentro por tenerlo, esto nos tiene que llevar a un cambio de vida, esto nos tiene que llevar a ser hombres nuevos: El Señor cambia nuestras vidas. Zaqueo dio a los pobres la mitad de sus bienes. Nosotros, que también buscamos con anhelo a Cristo, saldremos transformados de ese encuentro si le damos la totalidad de nuestro ser.

En definitiva, debemos aprender varias actitudes de Zaqueo: inquietud de búsqueda, decisión, arrepentimientos y generosidad con los pobres. Ya hemos visto que este hombre ha vencido todos los obstáculos para encontrarse con Jesús, no le importó hacer el ridículo, ver a un hombre subir a un árbol, comenzamos a decir este tío está loco, pues esas cosas no le han importado a Zaqueo, además vemos a ese Zaqueo que tiene mucha autonomía e iniciativa, él mismo es quien toma la iniciativa de buscar y encontrase con Jesús; igualmente este encuentro lo ha llevado a ser sincero consigo mismo, al decir que ha robado bienes a los pobres y por eso quiere devolver lo que había robado, pero mucho más de lo que había obtenido.

En realidad, Zaqueo se desprende de sus bienes para cambiar la opinión de los que le acusan de pecador, no lo iba a conseguir tampoco de esa manera. Es fruto genuino y sincero de su encuentro con Jesucristo, que le hace poner el centro de sus intereses en otras cosas que no son el dinero.

Hermanos, hoy Jesús nos pide también que quiere alojarse en nuestra casa, ¿somos capaces de abrir nuestro corazón para poder tener realmente ese encuentro con él y poder cambiar nuestro corazón para ser más generosos con los más pobres, o sigo pensando en qué van a decir los demás y me avergüenzo de mi nombre de ser cristiano? Jesús nos mira a los ojos, nos llama por nuestro nombre y nos dice que quiere venir a habitar en nosotros. Si nos bajamos del árbol de nuestra soberbia y autojustificación, si le acogemos con humilde alegría en nuestra vida, se producirá nuestra conversión, daremos frutos concretos como la limosna de Zaqueo. Ánimo hermanos bajemos del árbol y caminemos con Jesús.

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