ORIGEN DE LA RECOLECCIÓN

     UNA SOLA ALMA Y UN SOLO CORAZÓN DIRIGIDO HACIA DIOS


El Espíritu de Dios sopla donde quiera, a quien quiera y como quiera, estas palabras se han hecho realidad un 5 de diciembre de 1588, específicamente en Toledo, donde unos hombres apasionado y arrebatado por el Espíritu de Dios, tomaron la iniciativa creativa de forjar un nuevo movimiento; los hermanos no han querido ponerle obstáculos al Espíritu y por eso han quedado escritas estas palabras que marcaron un hito en la recolección: “Porque hay entre nosotros, o al menos puede haber, algunos tan amantes de la perfección monástica que desean seguir un plan de vida más austero, cuyo legítimo deseo debemos favorecer para no poner obstáculos a la obra del Espíritu Santo…, determinamos que en esta nuestra provincia se señalen o se funden de nuevo tres o más monasterios de varones y otros tantos de mujeres, en los que se practique una forma de vida más estricta”.

            Los religiosos que se encontraba reunidos ahí han podido discernir que el Espíritu Santo movía a estos hermanos a formar una nueva forma de vivir, esta manera de vivir fue redactada por fray Luis de León, donde tiene como base fundamental la caridad y no otra cosa, en el fondo lo que buscaban estos hermanos era vivir con autenticidad y una vida más apasionada por el Reino de Dios, es un movimiento no meramente humano, sino un nuevo movimiento encarnado en la realidad, porque es el mismo Dios el principio y motivo de esta nueva forma de vivir, porque nuestro blanco es amar a Dios, así nuestro cuidado ha de ser principal todo lo que de más cerca a ello nos enciende. (Fr. Luis de León).  

         


   Cuando hablamos de recolección, o de recogimiento, podríamos pensar que es un movimiento más intimista, encerrado en sí mismo, pero en realidad que el Espíritu del Señor siguió orientando y empujando a estos hermanos que le dio la valentía de zarpar en 1605 a las Islas filipinas con la primera expedición misionera. En realidad que nos encontramos con hombres apasionado por la vida y que estaban dispuestos a jugárselo todo por los demás; gracias al fray Luis de León estos hermanos han recibido esa dócil de pasión y amor que les empujaba a nuestros rumbos sin temor algunos, ya que el mismo Fray Luis le ha dejo como norma que desde “mismo amor de Dios nace la caridad al Prójimo; y así. Y así la paz de los religiosos entre sí es muy cierta señal que el Espíritu Santo vive en ellos”.  Se nota aquí, que la paz es el ideal comunitario, y es la paz el fruto de la perfecta caridad, una paz que no tiene que ver con la apatía o quietud, sino que es el esfuerzo de compresión, convivencia y amor, pero este amor no se quiere quedar encerrado entre cuatro paredes de esos nuevos conventos recién fundado, sino que tiene que ser un amor difusivo que llegue a nuevas culturas y nuevas tierras.     

            En definitiva, su proyecto de vida es el propio de una orden religiosa, suscitada bajo el impulso del Espíritu Santo y aprobada por la Iglesia: viviendo en comunión de hermanos, desean seguir a Cristo, casto, pobre y obediente; buscan la verdad y están al servicio de la Iglesia; se esfuerzan por conseguir la perfección de la caridad según el carisma de san Agustín y el espíritu de la recolección.

             

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