DOMINGO DE RESURRECCIÓN
“¿Por
qué buscáis entre los muertos al que vive?”
Monteagudo
17/04/2022
Si Cristo no ha resucitado vana
sería nuestra fe, si Jesús no hubiese resucitado nuestra fe y nuestra vida no
tendrían sentido. Por eso es urgente que
nosotros los que creemos en este gran acontecimiento histórico demos razones de
nuestra fe en el resucitado.
Una de las primeras razones que debemos dar es que, este acontecimiento es histórico, es decir, no estamos hablando de un mito o de un cuento. El sepulcro vacío es una prueba evidente de que Jesús vive, no está muerto, porque María Magdalena y los apóstoles descubren el sepulcro vacío y lo dan a conocer, pero de fondo lo que más nos interesa es el mensaje que se nos da, que no está muerto, sino que vive, además el sepulcro no lo vio una sola persona, sino que lo vieron hombres y mujeres, por eso creyeron que no estaba muerto, además es uno de los hechos que es narrado por los cuatro evangelistas y con algo peculiar, que ponen en boca de un ángel la resurrección, con el propósito de darle autoridad divina, que Dios ha vencido a la muerte, que el proyecto de Dios no puede fracasar, sino que tiene que triunfar.
Otra razón que podríamos decir que
Cristo vive es por los diversos encuentros que ha tenido con sus amigos después
de la muerte, uno de manera personal, pero también se apareció a la
comunidad. Encuentros que no son
buscados por ellos mismos, sino que se dan de una forma inesperada,
sorprendente, y esto ha hecho que estas mujeres y estos hombres creyeran en el
resucitado.
La última razón que puedo dar,
seguro que hay más, es el testimonio de todos estos hombres y mujeres que se
han encontrado con el resucitado y el cambio que ha tenido en su vida y la manera
de anunciarlo y proclamarlo, ya que nadie es capaz de dar su vida por un
fracasado, ellos están muy seguros de que Él vive, y además esto les ha llevado
a contagiar a los demás con su testimonio de vida, como dice Benedicto XVI: “No
se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a
la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, no. 1). En
fin, sólo la experiencia real de encuentro con Jesús resucitado, no un fantasma
o el producto de la fantasía de una comunidad de visionarios, podían hacer
superar el trauma de ese cadáver destrozado.
Ahora a nosotros nos toca realmente encontrarnos con ese resucitado y tener un encuentro personal con Él y salir a gritar y anunciar por todos los rincones que nos rodean que Jesús vive, que Cristo sigue vivo entre nosotros.
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