SÁBADO SANTO

 

EL DESCENSO DEL SEÑOR A LA REGIÓN DE LOS MUERTOS


Hoy nos encontramos en silencio, triste e incluso fracasado, por la muerta de nuestro Señor. La figura que podemos destacar hoy es María, la mujer de la soledad, días atrás celebramos nuestra señora de los dolores, hoy podemos celebrar nuestra Señora de la Soledad, pero en esa soledad nos podemos encontrar la esperanza, para María y para todos los hijos de Dios, que esperamos que Jesús Resucite, que la muerte no tiene cabida en Él, que ella, la muerte, no tiene la última palabra.

Es el día que todo está en silencio, todo calla, pero eso sí, en esperanza. El último Adán tiende la mano al primer Adán. La Madre de Dios enjuga las lágrimas a Eva. Todo duerme y espera, también el cuerpo de Jesús que espera las maravillas de Dios. En torno a la roca muerta va a florecer un jardín. Este Gran Sábado no es como los otros, es un sábado especial. Los creyentes seguimos esperando junto a la tumba que encierra el cuerpo amado. El amor no flaquea, no se desespera. El amor todo lo puede, todo lo espera, sabe ser más fuerte que la muerte. La fe y la esperanza, alimentadas por el amor, no se apagan ante la muerte y la soledad que producen el silencio de este sábado.


Santa María enciende en nosotros la esperanza y nos precede en el camino hacia el encuentro con Dios. Y así como en Ella la esperanza se trasformó en alegría y vida en la mañana de Resurrección, así también en nosotros la esperanza vivida en la caridad se convertirá en alegría, entusiasmo y confianza total en la bondad del Padre Dios que obra maravillas en sus hijos como las obró en Jesús y María, su Madre”. Santa María de la esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera… (José Luis Latorre)

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