DOMINGO II DE PASCUA (Ciclo C)
“Dad
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.”
Monteagudo
24/04/2022
Hoy en este segundo domingo de pascua, celebramos la fiesta de la misericordia, en realidad todos los días son de la misericordia del Señor, porque ella es eterna e infinita, y hoy nos toca dar gracias al Señor, por su amor eterno, que nunca nos deja solos, que nunca nos abandona, que siempre tiene piedad y misericordia con nosotros, a pesar que lo queramos sacar de nuestra historia.
Esta misericordia de Dios se
prolonga en cada uno de nosotros, por eso tenemos que ser esa canal de
misericordia, siempre y cuando nos alimentemos o estemos conectados a esa
fuente de amor que es Dios.
En esa primera lectura de los hechos
de los apóstoles, nos damos cuenta cómo ese amor de Dios se fue propagando
después de la muerte de su Hijo, Jesús, ya que los amigos de Jesús comenzaron a
dar vida. Después que salieron de ese
lugar encerrados por miedo, ellos fueron anunciando y fueron dando vida,
sanando, devolviendo la dignidad a las personas, se convirtieron hombres y
mujeres de misericordia.
Nuestro Padre Dios, después de la muerte de su Hijo, no ha cerrado su corazón, al contario, sigue abierto para seguirnos acogiendo a nosotros que somos sus hijos rebeldes, de dura cerviz, quiere salvarnos y quiere mostrarnos su amor, su ternura y su misericordia, para eso que se vale de los amigos de su Hijo, para que ellos sean los portadores de este amor.
Nos damos cuenta en la narración del evangelio
de hoy, que ellos, los amigos de Jesús, estaban, con miedo, encerrados, estaban
realmente destrozados por la muerte del maestro, aquel hombre que les sacó de
su zona de seguridad y los ha llevado por caminos misteriosos, pero en esas
dudas, incertidumbres, y miedos aparece el Maestro vivo, glorioso resucitado,
con un único fin, que asuman con realismo la misión del Padre, que ya Él les ha
mostrado el camino y las consecuencias, así que ahora les toca a ellos y a
nosotros asumir con radicalidad esta gran misión.
Es por eso que Jesús al aparecerse a
sus amigos les ha regalado: primero la paz, es decir, les anima a que estén
tranquilos, que dejen los miedos, que nada les turbe, por eso les dice Shalom,
paz, tranquilidad, no tengáis miedo, y se han sentido alegres, luego les hace
el mayor regalo, recibid el Espíritu Santo, es Él, el Espíritu quien les va a acompañar
y les va ayudar a anunciar y proclamar esta buena noticia, es Él quien les ayudará a ser propagadores de la misericordia
de mi Padre, sin Él no podéis hacer nada, así que tener que recibirlo y tenéis
que ir sin miedo a todos los lugares del mundo.
Dentro de este grupo no estaba Tomás, el incrédulo. Ahí nos podemos reflejar nosotros, porque quiere decir que este plan de salvar al mundo, nos compete a nosotros también, nosotros pertenecemos a la hora de Tomás, ya que, en este momento de la historia tenemos que sacar los miedos, salir a los caminos, recibir el Espíritu y llevar amor, paz y ternura a todos los pueblos, por eso Jesús ha esperado la hora de Tomás y espera nuestra hora, para que seamos pregoneros de la palabra y ministros de misericordia.
Hermanos para concluir, nuestra vida
cristiana debe ser como dice el papa En Evangelii gaudium: “tiene que ser el
lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido,
amado, perdonado y alentado a vivir según la buena vida del evangelio” (EG
114) y que “el imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne
en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno” (EG
193), no es un día específico dedicado a la misericordia, ella se va haciendo
día a día en la historia de la humanidad, como ya lo anunciaba el Papa: “la
misericordia hace de la historia de Dios con Israel una historia de salvación”
(MV 7), además la misericordia es la palabra clave para indicar la relación de
Dios con cada uno de nosotros.
Terminemos dando gracias al Señor,
uniéndonos al clamor y sentimiento del salmista juntos con su pueblo: “dad
gracias al Señor porque es eterna su misericordia” y que podamos juntos ser
embajadores de la misericordia de Dios.
Que hermosa reflexión que mi Dios te bendiga..
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