II DOMINGO DE PASCUA (Ciclo A)

 

DÍA DE LA DIVINA MISERICORDIA 

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”

Lima 16/04/2023

Hoy es el segundo domingo de pascua, que tiene una nota característica, la fiesta de la Divina Misericordia. En este tiempo nos damos cuenta de que la presencia de Dios en medio de su pueblo es bastante distinta, ya no es la presencia física de Cristo, sino que es la presencia de Dios bajo la acción del Espíritu Santo.

Después de la muerte y Resurrección del Señor, Jesús se le hace presente a la comunidad, primero a María Magdalena, después a dos de sus discípulos y luego a los demás  discípulos.

Con su presencia,  Jesús en medio de la comunidad les da un gran regalo: primero la paz, y luego los unge con  su Espíritu Santo, haciéndolos  hombres nuevos, con una nueva forma de vivir, y eso  se nota en las primeras comunidades.

En la primera lectura que pertenece a las hechos de los apóstoles, nos encontramos con muchos dones y prodigiosos que son dados por el Espíritu Santo: en primer lugar eran asiduos a las enseñanzas de los apóstoles, los oyentes escuchaban muy atentos lo que decían los amigos de Jesús, además eran dóciles al Espíritu, ya que iba creciendo el grupo de los creyentes; en segundo lugar vivián la comunión, es decir, la unidad de corazones, todos ellos vivían unánimes y tenían un solo corazón y una sola alma; el tercer don era que compartían el pan, no solo el pan, vendían sus propiedades y las ponían en común, para aquellos que lo pudieran necesitar; y por último, está la oración, eran perseverantes en la oración, ellos acudían al templo para vivir la oración: “Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”. 

De la segunda lectura, también podemos sacar esos dones que nos regala el Espíritu de Dios: el Espíritu nos ha regenerado para una esperanza viva, en ausencia de esperanza no podemos vivir.  En esperanza hemos sido salvados; además, hemos recibido una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, es decir, una herencia para la eternidad, san Pedro nos dice que debemos de alegrarnos por lo que hemos recibido, aunque ahora tengamos que padecer algo.


Hermanos, hemos recibido el don del Espíritu Santo por medio del bautismo y la confirmación, por lo tanto, nosotros debemos ser testigos de la Resurrección, poniendo en práctica todos esos dones que hemos recibido de Dios, materiales y espirituales, siendo perseverantes en la oración y solidarios con los pobres, para que otras personas se beneficien de este DON tan maravilloso para la humanidad, la salvación. No podemos vivir encerrados en nosotros mismos, como se encontraban al inicio los discípulos, ya hemos recibido al igual que ellos el don del Espíritu, ahora nos toca romper barreras y salir a llevar el mensaje de salvación, nosotros somos los ministros de la misericordia de Dios, como lo escribió  San Juan Pablo II: “A la humanidad que, a veces, parece extraviada y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece, como don, su amor que perdona, reconcilia y suscita de nuevo la esperanza. Es un amor que convierte los corazones y da la paz. La verdad es que el mundo tiene una gran necesidad de comprender y acoger la Misericordia Divina”. Que nosotros seamos instrumentos de misericordia.

 

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