JUEVES SANTO (A)

Reconocer en el pan lo que colgó del madero y en el cáliz lo que manó del costado. san Agustín 

 


Hoy jueves santo
, renovamos, reavivamos y celebramos el gran amor que Dios ha tenido con la humanidad, no es un jueves cualquiera, es un jueves especial, por ese gesto tan maravilloso de nuestro Dios Padre que nos llega por su único Hijo, para la salvación del mundo.

Todos los jueves santos destacamos que en la Iglesia celebramos la institución de la Eucaristía, el orden sacerdotal, el amor fraterno, pero quiero centrarlo todo en el amor fraterno.

En primer lugar, darnos cuenta que gracias a ese amor que Dios tiene con nosotros, nos ha regalado la Eucaristía, don para la humaniday regalo para nuestra salvación, ya que Jesús se ha hecho pan vivo bajado del cielo, Eque coma de este pan vivirá para siempre”. No es un pan como comieron nuestros antepasados en el desierto, que comieron y todavía quedaron con hambre, este pan es alimento para la vida eterna. “He aquí que el Señor de los ángeles se hizo hombre para que el hombre comiera el pan de los ángeles (San Agustín, sermón 225). El mismo Jesús en el evangelio nos dice: El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo y quien no coma mi carne y beba mi sangre, no tendrá vida en sí


La Eucaristía, misterio de amor que celebramos día a día, en que realmente hacemos memoria de ese gran acontecimiento de una entrega Total de parte de nuestro Dios, es su cuerpo que se entrega para la humanidad, es su sangre derramada para nuestra salvación; no es un inventono es una tradición, es una vivencia cada vez que celebramos este gran misterio de amor, por eso lo que celebramos hoy es el amor de Dios para con nosotros. Es definitiva, vivir la Eucaristía es vivir el mandamiento del amor. Estamos llamados a comer y adorar a Cristo presente en la Eucaristía. En Él nos revitalizamos para vivir el amor generoso, sacrificado y compasivo en nuestras relaciones.



En segu
ndo lugar, recordamos la institución del sacerdocio, que también es un don para la humanidad.  Cada vez que el Señor llama a jóvenes para este servicio, realmente es un regalo, somos Sacerdotes, no por méritos propios, no porque queremos serlo, sino porque realmente es una vocación de amor.


Nos consagramos para el servicio, hoy el Señor nos enseña a que tenemos que rebajarnos hasta las miserias de nuestros hermanos y poderles lavar los pies para devolverles la dignidad como personas, somos sacerdotes cuando somos servidores de la comunidad, Dios nos llama para ser sacerdotes por amor, y porque quiere que le ayudemos en este plan de salvar a la humanidad porque somos  sacerdotes, víctimas  y altar como su Hijo Jesucristo que, entregando su vida en la cruz redimió a la humanidad, nosotros por medio del ministerio cooperamos en este gran plan de amor de Dios


Ser discípulo de Jesús significa servir, estar dispuestopreparado para ello. Jesús está en este mundo como el que sirve. No ha venido para ser servido, sino para dar la vida en rescate por todos. El que sigue a Jesús no es más que su Maestro. Debe dejarse servir por Él y debe hacer con los demás lo que Jesús hace con él; el distintivo del discipulado: “Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13,15). 


 

Hoy es un día para reconocer con gratitud el don que el Señor hizo a su Iglesia con el ministerio sacerdotal. Por la gracia del ministerio sacerdotal, nuestros pecados quedan perdonados y la Palabra del Señor llega a nosotros con integridad y con la autoridad del mismo Cristo, de muy diversas formas: en la predicación, en la catequesis, etc.


 Finalmente recordar, que muchas veces decimos que los sacerdotes somos otros cristos, pero realmente todos por el bautismo y por recibir el cuerpo de Cristo somos también otros cristos. San Agustín dice: “Teniendo, pues, vida en Él, seréis una carne con Él. En efecto, este sacramento nos ofrece el cuerpo de Cristo de forma que conlleve a no estar separados de Él.


El apóstol recuerda que esto se haya predicho ya en la sagrada escritura: 
Serán dos en una misma carne. Misterio grande es este, dice, pero yo lo aplico a Cristo y a la iglesia. Y todos por el bautismo somos miembros de la Iglesia, somos su cuerpo místico y por eso hacemos una comunión entre Dios y los hombres por medio de su Hijo Jesús.

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